EMPECEMOS explicando a los niños enrabietados que este curro mío va de decimales y de jugar en el borde de la línea. Añadamos que las caídas del guindo simuladas y los aspavientos fingidos forman parte de esta especie de funambulismo que practicamos los plumillas. O, yendo al último caso que me ha situado ante el enésimo pelotón de fusilamiento -qué racha llevo; y que diversos, aunque en el fondo, iguales, son mis linchadores-, claro que sabía que en el ayuntamiento de Gasteiz existía la tradición “no escrita” de facilitar que las las comisiones municipales estuvieran presididas por miembros de fuerzas de la oposición. Más allá del tufo a paternalismo y a cazo encubierto de la fórmula, la acepto como un signo de normalidad democrática.
Y justo ahí es donde nos damos de morros con la falacia. Porque, en sus discursos públicos, EH Bildu y PP, las dos formaciones protagonistas del “esta pa’ ti, esta pa’ mí” en el consistorio de la capital alavesa sostienen contundentemente que no irían juntos ni a la vuelta de las esquina. “Nada con los herederos de ETA”, braman los genoveses. “Cero con los fascistas”, cacarean los portavoces de la izquierda ahora soberanista y antes, abertzale. Y de pronto, se impone aquello tan gracioso de Rajoy: nada, salvo alguna cosita. Que el PP haya reculado después de que la noticia llegara a los titulares es una confesión de parte de aquí a la calle Génova. Por lo demás, que acusen de creadores de bulos a este servidor y al grupo mediático en que trabaja los mismos que llevan semanas espolvoreando la trola infecta del pacto entre PNV, PSE, PP y, ya puestos, Vox, manda pelotas. Pero muchas.