Deslavazado

– Cuatro millones de personas, entre las que me cuento, le echaron un ojo al incompleto debate a tres en la radiotelevisión pública española. Oigan, por interés no será. Como recordé tras el buen dato de audiencia del anterior debate, nada menos que a siete, hay series, películas y programas de mucho presupuesto que se darían con un canto en los dientes. Mi gran duda es si a esos cuatro millones de seres humanos la cháchara de Abascal, Díaz y Sánchez les cundió como algo más que un pasatiempo. Ya escribí en caliente que me extrañaría un congo que algún espectador hubiera cambiado de opinión tras asistir al deslavazado intercambio de topicazos lanzados con poco orden, menos concierto y, a veces, se diría que menos convicción.

Conclusiones precocinadas

– Luego, claro, están las interpretaciones de los opinateros, entre los que también pueden contarme. Los sesudos análisis finales se correspondían con los previos. Vieron (o sea, vimos) lo que quisieron ver. Los que apostaban por el refuerzo de Sánchez certificaron la victoria del presidente español. Quienes avanzaban que Yolanda Díaz aprovecharía la oportunidad para lucirse y marcar perfil propio han pontificado exactamente eso. Del mismo modo, la amplia corriente que profetizaba que la ausencia de Feijóo sería la tumba de la campaña del aspirante ha difundido esa conclusión prefabricada.

Abascal miente, ¿y...?

– ¿Y qué hay de Abascal? Pues depende de dónde miren. En la derecha mediática que apuesta por el PP (casi toda) se ha tenido cuidado de no ensalzarlo mucho, aunque se ha dejado claro –no quedaba otra– que se merendó a sus dos rivales de izquierdas. Los medios de la izquierda, sin embargo, se están dando un festín desmontando las mil y una trolas que soltó el desparpajudo líder de la ultradiestra española. Y ahí han vuelto a demostrar que no pillan por dónde va el balón. En su infinita candidez entreverada de soberbia, creen que hacer la lista de las mentiras gordas del tipo servirá para desmovilizar a sus votantes. Eso es no conocer a las criaturas dispuestas a echar a la urna la papeleta de Vox. Lo último que se plantean es si los discursos de su líder son una sarta de mentiras. Lo que les mosquearía y, probablemente, les haría cambiar el voto es que dijera la verdad.

La foto con el narco

–En cuanto al no presente, se le va a hacer largo lo que queda hasta el domingo. Aquel pecado del pasado, la foto con el narco Marcial Dorado, se le ha enredado hasta el corvejón. Hay quien sostiene que le va a costar más votos que los pactos con Vox o que el ridículo morrocotudo ante Silvia Intxaurrondo de hace tres días. Hay miedo.