Reconozco que esto no lo vi venir. Después de varios lustros llenando de fango las pantallas, Telecinco anuncia el finiquito de ese detritus llamado Sálvame (con sus chopecientas versiones para escamotear los códigos éticos), y salta en tromba la bancada progresí a denunciar lo que claman tremenda arbitrariedad del fascismo mediático e intolerable castigo contra la crema y la nata de la resistencia frente al capitalismo neoliberal opresor. En serio que hay que jorobarse al ver que se reivindica a los personajes más pútridos de la televisión como la vanguardia del activismo social.

Y para que el descuajeringue sea completo, lidera la pancarta Pablo Iglesias Turrión, que ha corrido a fichar para su canal televisivo –les juro que tiene uno– al pobrecito represaliado Jorge Javier Vázquez. Lo definitivamente grotesco a la par que revelador es que el nunca retirado líder de Podemos pide a sus feligreses una ayuda económica para sufragar –palabras textuales– el “alto caché” del comunicador que, si la colecta llega a buen puerto, se hará cargo de un programa llamado Rojos y maricones. Menuda lección, si tuvieran dos gramos de cerebro para aprenderla, para quienes creen que las buenas causas se realizan sin contraprestración económica. Claro que lo verdaderamente descacharrante es que haya un porrón de fulanos dispuestos a dejarse sablear para apoquinar el exorbitante sueldo de un multimillonario que ha amasado su pastizal –y no voy a ser yo quien diga que es ilegítimo– siendo el muy complaciente mascarón de proa del mismo emporio comunicativo, Mediaset, que ahora acusan de ser lo peor de lo peor.