Con apenas dos minutos de diferencia, escuché ayer sendas declaraciones de los familiares de Mikel Zabalza y del secretario general de los socialistas vascos. Empiezo por él. Sostenía con vehemencia Eneko Andueza que ningún ayuntamiento del PSE habría aceptado tener webs memorialistas como las que ahora están en la picota tras el triste caso de la de Galdakao. Y quizá no mentía, aunque aventar tal afirmación cuesta bien poco por causas puramente estadísticas: su partido gobierna en 11 municipios de los 250 de la CAV. Pero demos por ciertas sus palabras y pasemos a la denuncia de la familia Zabalza Garate tras el ascenso y nombramiento para un cargo de primera fila de Arturo Espejo, quien hace 37 años participó en el secuestro, las torturas, el asesinato y posterior abandono del cadáver del conductor de autobuses de Orbaizeta.
Aquí es donde a Andueza no le queda otra que callar. Primero, para que no se olvide, porque esos hechos truculentos y otros de semejante crueldad se produjeron bajo el gobierno del PSOE en Madrid y, según quedó probado judicialmente, por instigación de cargos de primera fila de ese Ejecutivo que acabaron en prisión. Segundo y más grave, porque casi cuatro decenios después, la ministra de Defensa del también socialista actual gobierno, Margarita Robles, promocionó a teniente general al tal Espejo y, casi acto seguido, el titular de Interior del mismo gabinete, Fernando Grande-Marlaska (dos jueces en excedencia, qué casualidad y qué vergüenza), nombró al fulano jefe del Mando de Apoyo de la Guardia Civil, en la misma cúpula de los tricorniados. Lecciones, las justas.