MENSAJE VIGENTE - El Aberri Eguna cumple 90 años y su mensaje central mantiene toda su vigencia: los pueblos tienen derecho a decidir sobre su destino. El enunciado sirve para Euskal Herria, por supuesto, pero también para Ucrania, sometida ahora mismo a un despiadado ataque del imperialismo ruso que se lleva cobradas miles de víctimas y que ha provocado la huida de millones de personas, amén de la destrucción de incontables viviendas e infraestructuras. Y la reclamación también es válida para el pueblo saharaui, que acaba de ser vergonzosamente abandonado por el Gobierno español, que hasta hace mes de un mes respaldaba, siquiera de boquilla, las resoluciones de la ONU que desde hace más de cuatro décadas se resumen en una: la cuestión debe dilucidarse en un referéndum de autodeterminación.
UCRANIA Y EL SAHARA - No menciono por azar o actualidad a Ucrania y al Sahara. Si traigo a colación ambas realidades es porque revelan la inmensa hipocresía con la que muchos abordan la cuestión de la soberanía. Empecemos por los dos principales partidos españoles, PSOE y PP, que, con buen criterio, denuncian que Putin ha agredido injusta e ilegalmente a un estado soberano. Añaden sobre Ucrania, además -y de nuevo, yo firmo debajo-, que su gobierno legítimo, siempre de acuerdo con su ciudadanía, tiene todo el derecho a escoger sus alianzas políticas y militares sin que eso implique la represalia de nadie. Sin embargo, ambos partidos, y con leves diferencias de tono, niegan rotundamente eso mismo a los dos pueblos del estado donde la voluntad mayoritaria es tener la oportunidad de pronunciarse sobre el tipo de relación con España que desean mantener. Si incluimos al Sahara en la ecuación, la contradicción es mayor. Ahí resulta que el PP (y hasta ayer el PSOE) reconoce a los saharauis lo que no admite para Euskal Herria y Catalunya.
DOBLE VARA - En el juego de espejos nos encontramos también la situación inversa. Las izquierdas autotituladas soberanistas vasca y catalana reclaman para sus respectivos pueblos y también para el Sahara, como no podía ser de otra manera, su libre determinación. Sin embargo, igual que la izquierda ortodoxa española, censuran que Ucrania pretenda ingresar en la UE y niegan de un modo todavía más radical la facultad del país para formar parte de la OTAN. O sea, derecho a decidir, según y cómo. Este humilde tecleador se desmarca por la banda de la eterna doble vara. Para mí, la cuestión de fondo es la misma en todos los casos. O estás siempre a favor o estás siempre en contra.