¿Vive más a gusto lejos de la primera línea?

-La respuesta tópica me llevaría a decir que vivo mucho mejor lejos de la primera línea. La verdad, solo se vive diferente. Tengo más tiempo libre y, al mismo tiempo, continúo trabajando en el ámbito de los derechos humanos y en proyectos educativos dirigidos a niños y niñas en riesgo de exclusión. También colaboro en otros procesos, como en Colombia y Nicaragua. Así que diría que sigo en primera línea, aunque lejos del foco mediático.

En todo caso, no se priva de seguir opinando en las redes sociales.

-Participo en redes sociales, es cierto, pero lo hago con mucha menos frecuencia que antes. En las redes sociales no hay matiz, es complicado argumentar con calma. Los temas relativos al relato, las víctimas o la convivencia requieren de un diálogo sosegado y de una escucha activa y las redes no se prestan a ello.

¿Estamos donde usted pensó que podíamos estar tras el comunicado de ETA de octubre de 2011?

-Por aquel entonces no pensaba a tan largo plazo. Era realista y, conociendo experiencias previas en otros lugares del mundo, era consciente de que solo se estaba iniciando un camino donde no faltarían los problemas y dificultades. Ahora, analizando lo sucedido, lo cierto es que se han dado avances significativos y que no hay riesgo de vuelta atrás. Es un buen resultado teniendo en cuenta que el 60% de procesos de paz fracasan en el plazo de cinco años desde que se pone fin a la violencia.

¿Por qué se sigue agitando el espantajo de ETA?

-Hay quien piensa que el tema sigue dando réditos políticos y que es una herramienta para debilitar las posiciones del adversario.

¿Comprende que duelan los homenajes a presos con varios asesinatos a sus espaldas?

-Cómo no van a doler. Especialmente a las víctimas. Recuerdo que ya en 2012 Brian Currin y yo nos reunimos con representantes del colectivo de presos y les expusimos esta realidad junto con un planteamiento para buscar alternativas.

¿Por qué sigue habiendo palabras tabú como "condena"?

-Es política. Si en vez de "condena" se hubiera exigido "repulsa", ahora esta última sería tabú. Lo fundamental es que haya un compromiso total con la paz y los derechos humanos y que se elimine la épica en torno a la violencia.

¿Es bueno que a la mayor parte de la sociedad ya no le ocupe ni le preocupe el asunto?

-Entiendo que no es una prioridad social, pero creo que no deberíamos dejarlo totalmente a un lado. Hay personas que siguen sufriendo y como sociedad debemos hacer una lectura crítica de lo sucedido para evitar que se repita.

¿Qué le parece que muy pocos jóvenes tengan una mínima idea de lo que pasó?

-Más me preocupa que nuestra generación tenga tantas dificultades para poder abordar la cuestión del relato en clave cooperativa y con el objetivo de cohesionar nuestra convivencia.

¿Algún día conoceremos toda la trastienda de cómo se llegó a Aiete?

-Supongo que sí, pero no seré yo quien cuente todo lo que pude conocer. Establecer relaciones de confianza y colaboración me requería una total discreción. Y este es un compromiso que no pienso romper por muchos años que pasen.