ran ídolo de Santiago Abascal: Me siento incapaz de ocultar mi enorme desazón al ver que las urnas -o sea, las ciudadanas y los ciudadanos de Hungría- le han concedido su cuarto mandato consecutivo. Además, con una holgada ventaja sobre un frente opositor diverso y en una situación económica más que delicada en su país. Pero, por lo visto, sus compatriotas prefieren lo malo conocido. O, peor, están de acuerdo con un tipo que se pasa por el forro los principios más elementales del estado de Derecho. El mismo que no tiene empacho en declarar al presidente ucraniano Zelenski como su gran enemigo. La vergüenza es que, hasta la fecha, la Unión Europea sigue acogiendo en su seno a un país gobernado por un cacique sin escrúpulos.