- Ha sido un poco (más bien, bastante) de tapadillo. Mientras estábamos pendientes de las bombas en Ucrania y de las medidas para aliviar los desgarrones en nuestros bolsillos, una mayoría muy holgada del Congreso de los Diputados ha avalado la ampliación de la prisión permanente revisable a dos nuevos supuestos, en concreto, la reincidencia en el mismo delito y la ocultación del cadáver. La novedad tomará carta de naturaleza mañana, pero el paso previo ya se ha producido. Ayer la cámara dio el visto bueno a tramitar la petición de PP, Ciudadanos y Grupo Mixto para incluir estas dos nuevas circunstancias entre las ya contempladas para que los jueces impongan la máxima pena contemplada en el ordenamiento jurídico español.
- ¿Dónde está la noticia? Pues en el giro copernicano -otro más- del PSOE, que ha dado su respaldo a la iniciativa, pese a su teórica radical oposición a la prisión permanente revisable. Recordemos que la controvertida figura se aprobó en 2015 prácticamente con los únicos votos del PP, que por entonces aplicaba a placer el rodillo de su mayoría absoluta. Los socialistas denunciaron entonces el populismo punitivo y llegaron a presentar recurso ante el Tribunal Constitucional que, por cierto, dio su visto bueno al cambio del código penal por siete votos a tres. Las difusas promesas de derogación en caso de alcanzar el poder no se han cumplido. Y ya es obvio que no se cumplirán. Es un hecho que el partido mayoritario del gobierno español apoya lo que no hace tanto consideraba una cadena perpetua camuflada. “Estamos siempre del lado de los que sufren”, sentenció con solemnidad de plexiglás el portavoz socialista en el Congreso, Héctor Gómez, al justificar su voto favorable.
- Claro que todavía la sorpresa pudo ser mayor. Hasta el lunes se daba por hecho que también Unidas Podemos se sumaría a la propuesta de endurecimiento. Lo había medio anunciado Pablo Echenique en persona para tener que desdecirse “tras un debate en el seno del grupo parlamentario”, alegando que “es un tema muy complejo”. Y nadie duda que lo sea. Pero esa yenka de los morados y no digamos ya el bandazo del PSOE revelan las enormes dosis de hipocresía que han rodeado este asunto desde que se formuló por primera vez. Si no se hubiera convertido en una cuestión ideológica, si la derecha no se hubiera subido a la parra de la demagogia populachera más burda (ayer otra vez vimos al padre de Diana Quer y a la madre de Marta Calvo), la prisión permanente revisable no sería motivo de escándalo.