ternamente arrinconadas y olvidadas víctimas del aceite envenenado: Tantas conmemoraciones, tanto hablar de sufrimiento y de la necesidad imperiosa de reparación, y resulta que ustedes siempre están a la cola. A tal punto, que al cumplirse cuarenta años -¡cuarenta!- del principio de su martirio invisibilizado, han tenido que actuar a la desesperada, tomando pacíficamente una sala del Museo del Prado. Aunque los han desalojado y quizá de un modo manifiestamente mejorable, han conseguido que los focos se vuelvan sobre ustedes, siquiera por unos minutos. Y en la misma acción, han sacado los colores a las administraciones de todas las siglas que las han marginado sistemáticamente. Ojalá alguien les haga caso de una vez.
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