lamante vicepresidente de Iberdrola: Confieso que me tuve que frotar los ojos al leer la noticia de su nombramiento. No, por supuesto que a estas alturas no me voy a hacer de nuevas sobre las puertas giratorias. Lo que ocurre es que, dentro de lo escandalosas que resultan esas transiciones de la política a la empresa privada, en ellas suele haber una cierta lógica. Lo normal es que los puestos en almoneda sean bien remunerados, ciertamente, pero casi siempre ornamentales. Los verdaderos cargazos están reservados a primeros espadas. Nada más lejos de su caso, que no ha dejado de ser aquella medianía aparatera que en las tertulias fachas llevaban como saco de las hostias. Una vez más se hace realidad el dicho: tonto tonto, mierda mierda.
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