El día después de mandar placar a un ministro, Isabel Díaz Ayuso se dio un baño de cámaras y micrófonos. Empezó el día en la Ser atizando al presunto colón y a su jefe, Sánchez, y lo terminó con un baño de masas en La Razón, que le dedica hoy, ojo al dato, veinte páginas. Ni a Kim Jong-un, oigan.
He calculado mal. En realidad, son 21 planas, contando la portada, que contiene sobre la sagrada imagen de la lideresa el gran mensaje: “Es hora de desalojar a Sánchez y sus socios y superar las divisiones”. Vaya usted a saber por qué motivo, la frase cambia en la edición digital y se queda en “Es hora de desalojar a Sánchez y sus socios. Nos llevan al peronismo”.
"Isabel Díaz Ayuso es una política de raza, de larga trayectoria y con esa firmeza en las convicciones de quienes presumen de tener muy pocas"
También a página completa, los tres editoriales habituales se convierten uno solo de tamaño sábana bajo el sacaroso título “Ayuso, un destello de claridad en la política española”. La letra menuda va de olé en olé y más olé: “Ayuso tiene un anclaje firme porque defiende sin ambages lo que la mayor parte de los madrileños, hayan nacido donde hayan nacido, ha defendido siempre: un lugar abierto a todos, en el que se puede salir adelante con trabajo y confianza en los propios valores, y en que la libertad individual pesa más que cualquier condicionamiento ideológico. Pero, es preciso hacer hincapié en ello para que nadie se equivoque, Isabel Díaz Ayuso es una política de raza, de larga trayectoria y con esa firmeza en las convicciones de quienes presumen de tener muy pocas”.
"Ha conseguido Ayuso que una hora y media se pasase volando y que un miércoles cualquiera, por su sola presencia, pareciese fiesta de guardar"
A partir de ahí, los opinateros compiten por glosar con más ditirambos a la doña. En el pódium de la coba, Rebeca Argudo, que ejercía de cronista del fasto espolvoreando piropos como estos: “No solo arrancaba aplausos sino también risas con alguno de sus comentarios. Memorable ese en el que, tras ser preguntada por lo que haría en Madrid con la ley de Vivienda, respondía, chispeante, que «en Madrid cumplimos las leyes» y añadía con un guiño pícaro «y el protocolo». De no tener en ese momento al público ya rendido, a eso no se le habría resistido nadie. Ha conseguido Ayuso, digo, que una hora y media se pasase volando, que lo más escuchado entre el público fuese «mayoría absoluta» y que un miércoles cualquiera, por su sola presencia, pareciese fiesta de guardar”.
Alejandra Clemente no perdía comba en el halago a la musa, rozando la defensa del hecho diferencial madrileño: “La conferencia de la presidenta Isabel Díaz Ayuso reunió a representantes de la política, la economía, la cultura y la ciencia. La cita aunó voluntades, impulsó proyectos y extrajo lo mejor de la sociedad civil cuando se conjura para superarse y para diseñar futuro sobre bases del presente. Difícil atrapar en estas letras el impulso y el ánimo colectivos, el ambiente motriz de mejoras, de propuestas y oportunidades y el clima predispuesto a cimentar talentos. Esos intangibles que se plasmaron, todos, en el madrileñismo, abierto y generoso, que se respiró aquí anoche. Y sí, además, era mayo”.
"Para ganar a un quinqui tan oportunista, frívolo y despiadado como Sánchez hay que frentearlo en su terreno y con sus armas"
En ABC, la marea ayusiana baja un poco respecto a ayer, pero también nos ofrece suculentos bocados como el que sirve Salvador Sostres. La novedad es que, los requiebros a su dama se mezclan con bofetadas XXL al líder nominal del PP: “En la derecha española de 2023 sólo la presidenta entiende el poder. A los navajeros se les gana con navajas. No dejar pasar al chófer de Sánchez es la metáfora de ganar a Sánchez. Para ganar a un quinqui tan oportunista, frívolo y despiadado como Sánchez hay que frentearlo en su terreno y con sus armas. Ayuso en la tribuna fue la alegoría de lo que tiene que ocurrir en diciembre. Feijóo en la recepción fue la realidad de lo que ocurrirá en diciembre: ¿no vieron lo perfectamente cómodo que se sentía en su papel de jefe de la oposición, en su papel de cadáver consensuado, en su increíble interpretación de Míster Interruptor Apagado que va a dejarnos a oscuras si no le van bien las municipales y el PP comete la torpeza de mantenerlo de candidato?”.
"Las feministas de izquierdas deberían estar celebrando que se le hayan parado los pies a un machirulo"
Siguiendo con el episodio del ministro humillado, Pablo Planas se regodea en Libertad Digital: “Qué pena de Gobierno, qué lástima de ministro, qué dolor de personaje. Félix Bolaños, alias "usted no sabe con quién está hablando". Él, que iba a poner en su sitio a una mujer, Isabel Díaz Ayuso, casi acaba haciendo pucheros ante otra mujer, Alejandra Blázquez. Las feministas de izquierdas deberían estar celebrando que se le hayan parado los pies a un machirulo. Pero no, lo que hacen es reclamar no saben qué sobre protocolos, ordenanzas, diplomacia y todas esas cosas que suelen pasarse generalmente por debajo del arco del triunfo”.
La mención a las feministas no es excepción. Alfonso Ussía tira del comodín en El Debate, con nombres, apellidos y apelativos faltones, fiel a su estilo: “Bolaños no fue maltratado. Bolaños maltrató a la Comunidad de Madrid colándose con sanchista grosería. Y se topó, machista y engreído, con dos mujeres. Isabel Ayuso y Alejandra Blázquez. Es de esperar que Irene Montero, la Belarra y las churris de una y otra, feliciten públicamente a una mujer trabajadora que le ha parado los pies a todo un ministro del Gobierno. Un ministro altanero que al llegar fue unánimemente abucheado por el público y que saludó como un machista de «puticlú» a la presidente de la comunidad, sujetándola del brazo como diciendo «hoy no te escapas de mí, palomita»”.
Machista de puticlú, dice Ussía. Su compañero de desbarres Antonio R. Naranjo lo sitúa en El Padrino: “Félix Bolaños es el Luca Brasi de Vito Sánchez, el sicario político que hace todos los trabajos sucios sin hacer preguntas, sin pedir explicaciones, con ese tipo de obediencia ciega y muda que exigen los padrinos, sentados en la penumbra de un sofá, con la mano estirada esperando un ósculo genuflexo”.
En El Mundo, hasta Raúl del Pozo se apunta a comentar episodio. Y sí, también a los pies de la presidenta madrileña: “A los del PSOE se les ha atravesado la estrella del cine mudo y no saben qué hacer para desacreditarla; en este caso, el número viene de ellos y tiene razón cuando dice que fueron a reventar el acto porque están furiosos al ver que se van a hundir en Madrid. Como piensa Lambán, la presencia de un ministro no es fundamental en un acto autonómico. Y acierta Lobato cuando ve que el gag de Bolaños solo beneficia a Isabel Díaz Ayuso, que se comportó con el empaque de una bordadora”.
De nuevo con material que se queda en el cajón, echo por hoy la persiana con un entrecomillado colectado en la diatriba de Guadalupe Sánchez en The Objective. Su aportación es que mete por medio a los pérfidos soberanistas catalanes. Agua va: “Ahora parecen empeñados en instalar en la opinión pública la idea de que Ayuso es una sediciosa que ha convertido la Comunidad de Madrid en un cortijo donde se expulsa de los actos oficiales a los representantes del Gobierno de España. Aunque parezca increíble, son los mismos que indultaron a sus socios independentistas condenados a nueve años de cárcel por un delito de sedición y que lo han acabado despenalizando para garantizarles la impunidad. Son esos que llevan meses mirando para otro lado mientras la Generalidad de Cataluña se niega a cumplir las sentencias sobre el 25% de castellano”.