Como no podía ser de otro modo, la prensa de orden arrima el ascua a su Llarena. Según su docta e irrebatible interpretación, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea le da la razón al perseverante juez del Supremo hasta en la última coma y sitúa a Carles Puigdemont a un cuarto de hora de la trena.

La justicia europea respalda a Llarena y aleja a Puigdemont de su refugio en Bélgica”, se albricia a ABC en primera. En el editorial, a ritmo de turutas y matasuegras leemos “Revolcón judicial a Puigdemont”. He aquí la doctrina: “El de ayer no fue ningún triunfo de Puigdemont. Muy al contrario, es la justicia europea, a la que tanto admira y se acoge el independentismo, la que ha sentenciado que si Puigdemont no ha sido puesto a disposición de la justicia española es sencillamente porque Bélgica ha hecho caso omiso de los mecanismos vinculantes establecidos para todos los países miembros que le obligaban a entregarlo. Más aún, el Tribunal viene a sostener con su decisión que no conoce motivo alguno para dudar de que los jueces y magistrados en España reúnen los estándares más altos de calidad, independencia y rigor exigibles a cualquier democracia europea”.

El editorialista de La Razón también está de fiesta. “Un triunfo claro de la Justicia española”, titula su pieza. Como en el caso anterior, empieza avisando de que no hay que creer a los que ven las cosas justo al revés: “No conviene dejarse enredar por las siempre hábiles mixtificaciones del independentismo catalán a la hora de interpretar la resolución del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), puesto que la citada Corte de Luxemburgo ha respondido a la cuestión prejudicial planteada por el magistrado Pablo Llarena en el sentido más favorable a la tesis española”.

"Si algo hay que envidiarle a Puigdemont es el optimismo. Es de los que, donde uno ve el vaso medio vacío, él lo ve medio lleno"

Rebeca Argudo (La Razón)

Toda la razón para Llarena”, insiste Rebeca Argudo en el diario azulón. Su texto está lleno de recochineo hacia el presidente expatriado: “Si algo hay que envidiarle a Puigdemont es el optimismo. Es de los que, donde uno ve el vaso medio vacío, él lo ve medio lleno. De los que les dices «ya te llamo yo si eso» y te contestan «hasta mañana, mi vida». De los que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dice que Bélgica no puede denegar la ejecución de una orden de detención europea y él se felicita porque le dan la razón. Y eso es lo que le convierte en un peligro: los optimistas son inasequibles al desaliento”.

El editorialista de El Mundo tampoco se sale del carril. “Victoria de Llarena en Europa: respaldo a la Justicia española”, titula su loa al juez de piedra: “No hay duda de que la Justicia europea da la razón a Llarena, cuyo rigor y tenacidad a la hora de defender nuestro Estado de Derecho —incluso desde la soledad a la que le ha abocado el Gobierno— ante el grave intento de secesión de Cataluña y de extranjerización de sus ciudadanos se han visto ahora respaldados por el Tribunal de Luxemburgo”.

El Debate se suma al albedrío regalando una flecha hacia arriba al héroe con toga en su sección Las caras de la noticia. Les copio y pego los aleluyas: “El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dado la razón al juez español frente a la Justicia belga al sentenciar que ésta no puede rechazar la entrega de los encausados por el referendo inconstitucional del 1 de octubre de 2017. La sentencia ha sido emitida por la Gran Sala del Tribunal Europeo y no cabe recurso ante ella y es de obligado cumplimiento. A Puigdemont todavía le queda la resolución del Tribunal General de la Unión Europea sobre su privilegio parlamentario, pero a pesar de sus declaraciones, su causa como prófugo ha sufrido un duro revés”.

"A Puigdemont siempre la quedará Moscú. O La Habana. ¿Corea del Norte, tal vez?"

Gabriel Albiac (El Debate)

Curiosamente, ninguno de los atizadores titulares del digital ultracatólico escribe sobre el asunto. Sí lo hace uno de los de segunda línea, condición a la que ha quedado relegado (quién lo ha visto y quién lo ve) Gabriel Albiac. He aquí el párrafo final de su columna: “Si España es un país de juridicidad plenamente democrática, Puigdemont ha de ser entregado a la justicia española. Si Puigdemont no es entregado por Bélgica, se abre una alternativa inquietante: o bien España no es un país democrático, o bien no lo es Bélgica. No hay manera de ocultar ese envite. Y, bueno, a Puigdemont siempre la quedará Moscú. O La Habana. ¿Corea del Norte, tal vez?”.