Pues sí, la última de Salvador Sostres, que dentro de nada será solo la penúltima. "Llamamos violador a Epstein, cuando las chicas iban cobrando y al día siguiente volvían con más amigas, que también cobraban", cacarea el opinatero en su desparrame habitual en ABC. Luego, tras el difunto magnate al que se le probaron decenas de delitos sexuales, mete a Kevin Spacey y, cómo no, Plácido Domingo, también víctimas, según él, de la blandenguería y la corrección política: "Habéis demonizado el insulto y tenéis demasiado miedo a que os insulten. Insultar es un deber, y definirte tanto por tus enemigos como por tus amigos. Somos un mundo humillado de libertades retrocedidas. La propaganda afro de la gala, el 'me too' que en todo subyace. La corrección política ha destensado el músculo de la dignidad, nos ha vuelto hipersensibles y hemos banalizado la indignación".
La percha de la rancia perorata es, como habrán adivinado, la bofetada de Will Smith a Chris Rock. Y aunque el escribidor es un macho-macho, esta vez le parece mal. Un auténtico hombre no se habría inmutado: "No saber aguantar un insulto, aunque vaya dirigido a tu hija o a tu mujer, es la primera y verdadera violencia. Si de verdad las quieres, actúa con el temple y la firmeza del cabeza de familia que eres, en lugar de rabiar y ladrar y morder como una perrita asustada".
Si Sostres defiende las esencias de la masculinidad, su vecino de columneo en ABC Manuel Marín tira por las de la auténtica españolidad. Su inspiración (anda tarde el hombre) es la gloriosa vuelta de la selección española a Barcelona: "Cuando España renuncia a ser España es porque deja de quererse a sí misma. Y han sido lustros. Alguien se ha engañado y nos ha engañado. ¡En Barcelona hay españolazos que presumen de serlo! Pero tanto manosearon la mentira que la creímos desviando la mirada, como una rutina. Cornellá, con su fondo norte y su fondo sur envueltos en un cachondeo patrio de fervor, natural, espontáneo y sin impostura es la prueba de que el corazón no miente cuando palpita".
Como no hay dos sin tres, Antonio Burgos suda goterones de patrioterismo herido porque a la armada española le han quitado oficialmente el apellido: "Mientras que debería ser Real Ejército de España el que tiene por comandante supremo a S.M. Don Felipe VI. Pero todo esto da alipori y estamos en la época del 'sin', del 'light', que llegan a la forma de llamar a nuestras constitucionales Fuerzas Armadas. Lo que no podrán quitar nunca es el espíritu y los valores de los hombres de la Armada Española, como cantan en su himno: «Soñando victorias, diciendo cantares,/ marinos de España crucemos los mares,/ delante, la gloria, la leyenda en pos,/ debajo las voces de nuestros caídos,/ y arriba el mandato de España y de Dios»".
Y cambiamos ya de cabecera, aunque no de lamentos esencialistas. Al director de La Razón, Francisco Marhuenda, le duele, así de pronto, que el Borbón chico no tenga una palacio de trabajo. Como lo van a leer: "El pasado lunes se celebró en el Palacio Real el almuerzo oficial en honor del presidente de Costa Rica. La ceremonia fue, como siempre, excelente, y el marco incomparable. Nada que envidiar a las que se celebran en otros países. Don Felipe y doña Letizia fueron unos anfitriones exquisitos. Es imposible no sentirse orgullosos de nuestros Reyes. En estas ocasiones me embarga un cierto sentimiento de melancolía, porque me gustaría que fuera la residencia de trabajo del jefe de Estado".
Nos vamos centrando en la actualidad. Ya quedó claro ayer que las medidas de Sánchez no son del gusto de la prensa de orden. Pero por si había dudas, hoy hay una nueva tanda de exabruptos. Ninguno llega a los niveles de vitriolo y mezcla de churras y merinas del que firma Federico Jiménez Losantos en El Mundo: "Pues bien, Sánchez anunció ayer que, contra Putin, la solución es… más socialismo. Va a intervenir todos los ámbitos de la economía y a atropellar de nuevo los derechos de los españoles, su libertad y su propiedad. ¿Para salvarnos de Putin? En absoluto. Putin-22, como Covid-19, es la artera excusa del tirano Sánchez".
En Vozpópuli, José Alejandro Vara también atiza al inquilino de Moncloa por el plan y, de propina, por haber mandado a sus fiscales a morder los tobillos de Ayuso: "No soporta a Isabel de Castilla, es un odio visceral. La quiere pulverizar, borrar del mapa, desintegrarla como si fuera un marciano de Men in black. Para lograr sus planes ha azuzado a la Fiscalía General del Estado, ese dóberman con puñetas, elemento de gran utilidad para un presidente atrabiliario y bonapartista. Ayuso salió indemne, y casi condecorada, de las investigaciones de la Cámara de Cuentas, de la Intervención General, de la Comisión de Vigilancia de Contratos y hasta de la Fiscalía Anticorrupción".
A falta de nada mejor, llegamos a la despedida y cierra con otra pieza lacrimógena. La firma del director de El Debate, Bieito Rubido bajo el encabezado "¿Qué quedará de España?". Y, como les digo, es pucherito tras pucherito: "Los partidos antisistema y anti-España están más envalentonados que nunca, ya que Sánchez los considera socios estratégicos. Nuestra política exterior nunca estuvo en peor nivel: Marruecos nos torea, Estados Unidos no nos considera, en Hispanoamérica estamos desaparecidos y en Europa sorprendemos negativamente. Hasta el canciller alemán, Scholz, ha mostrado su disgusto con el actual inquilino de la Moncloa. La pregunta es obligatoria: cuando se vaya Sánchez, ¿qué quedará de España?".