Ha vuelto el clásico, el de siempre, el de toda la vida: "España nos roba". La novedad es que ahora el lamento se aúlla desde la mismísima Madrid. Lo verán en todas las primeras de la prensa de orden, que compiten por encontrar la forma más redonda de denunciar el agravio comparativo. Atiendan.
"Cataluña recibe una lluvia de millones y Madrid sale perjudicada", grita La Razón en su primera. El Mundo opta por otra metáfora: "El Gobierno riega a Cataluña y castiga a Andalucía y Madrid". En Libertad Digital también triunfa la idea del flagelo: "El Gobierno castiga a Madrid y aprueba el doble de inversiones públicas en Cataluña". El Español de Pedro J. Ramírez añade un matiz: "Sánchez invierte más en Cataluña que en el resto para ganarse a ERC". Y por no eternizarnos, les copio y pego la sutileza de ABC: "El Gobierno bate el récord de gasto y concesiones en los Presupuestos. Castiga a Madrid, que recibirá la mitad de inversión que Cataluña".
Como van a comprobar, lo del correctivo a los malos está también en editoriales y opiniones. El primero que se apunta es el director de La Razón, Francisco Marhuenda: "Hay que reconocer que el Gobierno socialista comunista no se corta un pelo y ha decidido castigar a Madrid en tiempo y forma. Ha esperado al proyecto de presupuestos para mostrar que es implacable con una comunidad que ha cometido la herejía de no votar a la izquierda. Lo hace con absoluto descaro y sin guardar las formas".
Más positivo en el planteamiento, el editorialista de ABC pone el acento en los premios. En los que recibirán los desviados a costa de los rectos: "Nos costará miles de millones de euros a todos los españoles en inversión para premiar a unos territorios frente a otros. Y si no, que se lo digan a Madrid, que recibirá la mitad de inversión que Cataluña. Pero las exigencias de los nacionalistas no serán solo económicas, sino también políticas para mantener vivo su chantaje nacionalista. Eso, seguro".
También en el vetusto diario, Ignacio Camacho envía una epístola a los corintios, o sea, a los ciudadanos de Ayusilandia: "Queridos madrileños, vuestra obstinación en votar a Ayuso os va a costar dinero. Sánchez no perdona los desafectos. Y si pudiera, que no puede, hasta sacaría de Madrid algunos ministerios. El aspecto más lamentable del asunto es que se trata de una rabieta, un arrebato de frustración ante el repetido fracaso en el asalto a la ciudadela simbólica de la derecha. El presidente ha renunciado a conquistarla, para desesperación del electorado de izquierdas, y se desahoga con pellizquitos de monja que constituyen una demostración de impotencia ante la certeza de que no puede hacerse con ella".
El editorialista de El Español innova en el paralelismo. Pero solo algo. Habla de peaje... pero también de castigo: "Los Presupuestos Generales del Estado pagarán un peaje en Cataluña que recaerá en el bolsillo de los ciudadanos madrileños. Es inevitable interpretar estos Presupuestos como el peaje que el Gobierno paga a sus socios parlamentarios independentistas a cambio de que estos le permitan agotar la legislatura. Es inevitable también interpretarlos como un castigo a la Comunidad de Madrid, el motor económico nacional y la única autonomía que ha resistido el envite de la epidemia con una política diferenciada de la del resto de comunidades españolas".
También se esfuerza en la filípica Miquel Giménez, desde su descarga diaria en Vozpópuli: "Y como Su Pedridad es rencoroso, ha decidido dotar de mayores ingresos a la Cataluña separatista, desgobernada desde hace décadas, egoísta, pueblerina, violenta y estúpidamente ignara que representan los separatistas del gobiernito de la Generalidad. Faltaría más que Madrid, una comunidad que es el motor económico de España, que dobla el PIB catalán, que atrae un volumen de empresas que prefieren tener su sede en ella, que recibe un auténtico éxodo de talento y trabajo centrifugado desde la Cataluña de caganers y canciones de Llach o desde los bisoñés de Ximo Puig, tuviera derecho a ser bien tratada".
A su bola, Agapito Maestre echa sapos y culebras sobre lo que su encabezado llama "Presupuestos Generales para un Estado sin Nación". Lo del agravio comparativo es lo de menos en un texto que en realidad, es una llantina desconsolada: "España es un país sin élites. Sólo hay populacho. La chusma predomina por todas partes y se mueve a golpe de un capitalismo rancio y anacrónico. La nación española es solo un nombre para mantener parásitos, analfabetos y criminales de guante blanco, políticos de cartón-piedra. Esto es un gentío desgobernado por nihilistas, separatistas y exterroristas". Una tila.
Fuera de concurso presupuestario, terminamos con una virguería dialéctica de Jorge Bustos en El Mundo con Aitor Esteban y Pedro Sánchez como destinatarios de su presunta bis cómica: "Cuando Aitor se sube al tractor, tiembla el suelo y tiembla la muñeca del presidente, que a causa de su demagógico decretazo contra las eléctricas tuvo que escuchar una maldición euskogitana de las que sacuden árboles y colectan nueces: «Lo que está en juego es el futuro de su propio Gobierno, señor Sánchez». Si el portavoz del PNV te dice eso, lo menos que puedes hacer es salir corriendo, no parar hasta Torrejón y subirte al Falcon sin agotar el turno de réplica".