Sin novedad en el frente diestro. Los restos de serie de la gresca de Vallecas alimentan las soflamas y dan pie a titulares despiporrantes, como este de La Razón en que literalmente se mezclan churras y merinas: "Iglesias no condena y pide 5.316 euros al mes por ex vicepresidente". Era viernes y sin embargo, llovía.
Esto, en el mismo diario que, como les contamos ayer, se abonó a la teoría de la provocación de Vox. Hoy las aguas vuelven a su cauce, como prueba esta diatriba de Julio Valdeón contra una contertulia no identificada de un programa de TVE: "A nuestra comisaria política le faltó añadir la coletilla homologada, el clásico poco les pasa, vistiendo como visten y hablando como hablan, o sea, como putas constitucionales y marineros en tierra de un país que ha importado la retórica y usos de HB". Los comodines, que no falten.
Y que no falten tampoco las generalizaciones. Lo de anteayer no fue cosa de un puñado de descerebrados, sino de toda la izquierda. Sí, sin excepciones. Atiendan al editorialista de ABC: "Cada vez que arranca un proceso electoral, la izquierda más radical resucita el guerracivilismo como fórmula para lograr votos. Y finalmente, se ejecuta una estrategia borroka de acoso al conservador identificándolo con una amenaza para la democracia, a la par que se blanquea al izquierdista como el pulcro garante de la esencia de las libertades. Podemos, Mas País, o el propio Partido Socialista, lo han hecho incluso con terroristas como Arnaldo Otegui".
En el mismo diario, Luis Ventoso aporta la prueba irrefutable de que la violencia es exclusiva de la izquierda. Lo hace invirtiendo la carga de la prueba. En el título de su columna se pregunta "¿Quién tira adoquines?" y empieza explicando quién no los tira: "Oh casualidad, jamás se ha visto a un simpatizante de Adam Smith esgrimiendo desatado 'La riqueza de las naciones' y lanzando botellas a la policía para reivindicar sus ideas liberales". Como tirabuzón, no está mal.
El editorialista de El Español —más que probablemente, Pedro J. en persona— toma la brocha más gorda para contar que lo de Vallecas es un menú degustación de lo que puede ocurrir si gobiernan los malos: "La batalla campal de Vallecas ha inaugurado la campaña electoral a la presidencia de la Comunidad de Madrid de la peor manera posible. Pero ha tenido la virtud de demostrar cómo sería España con los populistas en el poder. Una España más violenta, más intolerante, más cainita. Una España sometida a una kale borroka continua". ¿Pero no habíamos quedado en que los populistas ya están en el poder? A ver si nos aclaramos.
¡Que ilegalicen a Podemos!
Cómo iba a perderse este jolgorio Federico Jiménez Losantos. "Ellos, como en Paracuellos", titula su descarga en El Mundo aprovechando (y esto, lamentablemente es verdad) que uno de los gritos de los vándalos de anteayer fue "¡A por ellos, como en Paracuellos!". No necesita más el vitriólico turolense para dictar sentencia: "Pablo Iglesias, o Don Pablone Fariña, añadió al orgullo por la peor matanza de la Guerra Civil (siete mil personas, buena parte menores de edad, atados con cuerdas por los pulgares y ametrallados por los rojos) otra costumbre comunista: culpar a la víctima de lo que le hace su verdugo".
Si creen que nada de lo que han leído hasta ahora es superable, se equivocan. Lo van a comprobar con dos fragmentos de la bravata que firma Miquel Giménez en Vozpópuli. El primero abunda en la misma letanía machacona: "Porque la violencia en España viene de los mismos: comunistas, okupas, separatas, Bildu etarras y demás miembros de esa especie de Santa Compaña que pretende enterrar a toda una nación con tal de salirse con la suya". Y ahora viene el momento de la conclusión: "Aquí hay lo que hay: o se ilegaliza a Podemos como partido que ampara la violencia y promueve delitos de odio o esto acabará con algo más que piedras". En esas estamos.