“Somos un complejo turístico formado por una casa rural y una granja. Queremos ser tu experiencia en familia. Hacemos visitas a la granja, abiertas al público en general, en la que las familias participan animando a sus hijos a interactuar con los animales (...). Si os alojáis dos noches en nuestra casa rural, las visitas son gratuitas”. Accesibles y amables, en este idílico lugar ubicado a pocos kilómetros del casco urbano de Vitoria-Gasteiz, a las puertas de la sierra de Badaia, una riqueza natural que no todos los vitorianos conocen, cuentan con diferentes servicios.
Por un lado, nos encontramos ante una hermosa casa rural de 350 metros cuadrados construida sobre una parcela de 8.000 metros cuadrados, lo que equivale al tamaño de cerca de dos campos de fútbol. En 2010, el afán por ofrecer “variedad de experiencias esenciales y la fluida relación con empresas de turismo” llevó a este negocio hostelero del concejo de Otogoien-Hueto Arriba a alzarse con el premio “a la casa rural más innovadora de Euskadi”. Dotada de unas espléndidas vistas al bosque, silenciosa y tranquila, la zona es el punto de partida de innumerables rutas y pequeñas escapadas por los alrededores montañosos: las sierras de Arrato y Badaia, el nacimiento del río Laña, las cimas de Ganalto y Olazar...
Además de unos bellos parajes naturales, se puede disfrutar de un más que interesante patrimonio histórico y artístico. Debido a su ubicación en una zona estratégica, los Huetos ha sido un lugar de tránsito muy frecuentado por diferentes civilizaciones. Se han hallado restos visigodos en la cueva de los Goros, una de las cavidades subterráneas más notables de todo el territorio alavés. En la iglesia de la Natividad, de origen románico, destaca una pila bautismal del siglo XIII. Por su parte, la ermita de Santa Marina, perteneciente a Hueto Arriba y Abajo, los dos concejos vecinos, ha sido restaurada recientemente y ya está lista para ser contemplada por paseantes y mendizales.
Por otro lado, la granja de Vitoria funciona como una granja escuela al uso. Es decir, el aprendizaje sobre el día a día en el campo, el cuestionamiento de nuestra relación con la naturaleza y saber identificar y gestionar las tareas cotidianas de un caserío son algunas de las cuestiones que sobrevuelan en estas inmersiones rurales. Los niños de la ciudad tienen contacto con el mundo agrario y la naturaleza y, junto a sus familias, se convierten en granjeros por un día. Es un plan idóneo para los críos que aman intensamente los animales, así como para aquellos a los que se les quiere inculcar una cultura que la vida urbana le ha dado la espalda. Tres preguntas que escenifican la desconexión. ¿De dónde viene la leche que tomamos de un tetrabrik? ¿Cómo se plantan patatas en un huerto? ¿Qué es lo que realmente comen los animales?
La simbiosis es una realidad. Durante la estancia, acariciaremos cachorros y daremos de comer a los animales de la granja de Vitoria. Se ofrecen planes acordes al entorno en el que están ubicadas las instalaciones. El paseo en burro hasta la cueva de los Goros, de unos cuatro kilómetros de recorrido y tres horas de duración, es una de las actividades estrella. A un precio por grupo de 29 euros, sus coordinadores detallan los pormenores de la travesía: “Los padres llevaréis el asno mientras vuestros hijos van montando sobre él. A un paso tranquilo, sobre un suave y pacífico borrico, disfrutaréis de un agradable viaje”. “Nuestro objetivo”, continúan desde la granja escuela, “es que tengas vivencias en un ambiente rural sintiéndote nuestro invitado y parte de nuestra familia”.
“Es un espacio donde poder tocar e interactuar con animales·”, subrayan. Las familias alimentan a las gallinas, cabras y ovejas y se les da la oportunidad de poder jugar con conejos y “perseguir” a estos entrañables mamíferos. Además de incluir actividades “que hasta hace poco eran las únicas que recordábamos de nuestra niñez”, el propósito que persiguen en Hueto Arriba “aúna la sensación de temor, reto y logro ante circunstancias diferentes entre distintos animales”.
La llamada ‘visita teatralizada’ a las instalaciones se realiza en castellano y euskera los fines de semana y festivos, entre las 10 y las 13 horas. El contacto y la interacción con los animales van acompañados de las oportunas explicaciones del granjero. El precio es de 40 euros por una familia de cuatro miembros y, a partir del quinto, se le aplica un suplemento de 8 euros por niño y 4 euros en el caso de los adultos. El jardín dispone de un merendero para una celebración infantil en las mesas de picnic. También existe la opción de reunir a un grupo de amigos alrededor de una barbacoa (100 euros, 10 personas) para cocinar carnes, pescados o verduras al calor de las brasas.
“A nuestros hijos, Julen y Jon, les gustan mucho los animales y la naturaleza”
“La Granja de Vitoria es genial para los críos, que al final dan un paseo en burro”