Teoría de los seis grados de separación: conectamos a Obús con Taburete
La teoría de los seis grados de separación dice que podemos conectarnos con cualquier otra persona del Planeta Tierra a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. Aquí, además, hacemos el camino de vuelta
Imagínense la escena: años 80, Obús, el grupo de heavy metal, maqueados con sus melenas de leones de jungla urbana, sus chupas de cuero con tachuelas, sus camisetas desgarradas, como si les hubiera dado un zarpazo un leopardo − al que después ellos hubieran arrancado la piel para coserse con ella las ajustadas mallas−… Imagínenselos actuando en un programa infantil de televisión, “Mazapán”, presentado por Teresa Rabal y Torrebruno y emitido en sesión matinal. Imagínense al grupo, en fin, tocando en ese programa uno de sus éxitos más sonados, Vamos muy bien, y a un grupo de niños coreando el estribillo: “Vamos muy bien, borrachos como cubas, ¿y qué?, aún nos mantenemos en pie”...
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Increíble −impensable, hoy en día− pero cierto. Lo contaba el propio Fructuoso Sánchez −el nombre real de Fortu, el mediático cantante de Obús− en una larga y jugosa entrevista para la revista Jot Down, en la que también revelaba otras anécdotas, como que Javier Bardem trabajó en sus inicios como segurata para el grupo. Pero eso no es todo, igualmente chocante resulta saber que el agresivo estilismo del grupo de Vallecas no era en realidad el uniforme diario de Fortu y los suyos, sino que había sido diseñado, en parte, por Tino Casal, muso y mártir de la movida madrileña −la cual, por cierto, ninguneó y eclipsó la música que en realidad se escuchaba en aquella época en los barrios trabajadores: el rock duro de grupos como Obús, Barón Rojo, Leño…
Eloise y las carreteras comarcales
Resulta curioso, por otra parte, que un artista multidisciplinar como Tino Casal, que produjo e incluso compuso temas para otros grupos −Los Salvajes, Pato de goma, Tebeo...−, sea recordado sobre todo por una canción, Eloise, que, sin embargo, no es propia, sino una versión de un tema compuesto por Paul Ryan e interpretada por su hermano gemelo Barry Ryan.
Casal no sería el único que versionaría Eloise, también lo haría, ente otros muchos intérpretes, el grupo punk inglés The Damned, con el cual mantuvo una estrecha relación el carismático líder de Motörhead, Lemmy Kilmister, quien se convirtió en el flotador al que agarrarse en un momento de ahogo para la banda, pues llegaría a ofrecer un concierto bajo el nombre de Les Punks con miembros de The Damned, cuando estos estaban a punto de dejar los escenarios, tras el abandono de uno de los miembros, Brian James.
(A Motörhead, de todos modos, podríamos haber llegado por otros caminos, u otras carreteras comarcales: por ejemplo, uno de los primeros grupos en que militó Tino Casal, antes de iniciar su carrera en solitario, fueron Los Archiduques, de los que también formó parte Pedro Bastarrica, quien posteriormente grabaría los primeros temas −Tiempos nuevos, tiempos salvajes, Hola, mamoncete, Europa ha muerto…− de Ilegales, con los cuales años después colaboraría Kutxi Romero, haciendo un dúo −Punki raro− junto con Jorge Martínez, el cantante de la banda asturiana. Pues bien, Kutxi Romero (Marea), también colaboró en la versión que los salmantinos 1945 hacen de uno de los temas más conocidos de Motörhead, Ace of spades).
Del rock a la zarzuela
La cuestión es que, siguiendo con nuestro recorrido y con las aparentes contradicciones que en él nos vamos encontrando, Lemmy Kilmister, el cantante del grupo más ruidoso del mundo, como se han autodenominado en alguna ocasión Motörhead, llegó a grabar uno de sus temas, Eve of destruction, con ni más ni menos que la Royal Philharmonic Orchestra de Londres. Fue en 1994, en un disco titulado Philharmania, en el que también participaron otros rockeros como Bonnie Tyler o Status Quo.
Años atrás, la misma y versátil filarmónica había grabado otro disco, en esta ocasión no de rock duro, sino de zarzuela, un proyecto al frente del cual se encontraba, Luis Cobos, el famoso director de orquesta. Con Zarzuela Cobos llegó a vender un millón de discos, y este título sería el despegue para una exitosa carrera que en los últimos años del siglo XX lo convertiría en un personaje de icónico aspecto, gracias sobre todo a su bigote y su sedosa melena.
El omnipresente músico colaboró a lo largo de su carrera con infinidad de artistas, Julio Iglesias, Ana Belén, Joaquín Sabina… o incluso, más recientemente, con Taburete, el grupo del hijísimo de Luis Bárcenas, para quienes compuso una canción incluida en un disco de acertado título: La broma infinita (como la monumental novela de David Foster Wallace; se ve que a Taburete le van los títulos literarios, pues su último disco se ha publicado bajo el nombre de Matadero 5, un homenaje, dicen, a la obra de Kurt Vonnegut).
Parachururuchuru
Con Taburete, por su parte, grabó Rosario Flores un tema llamado Y qué le importa a nadie, en un disco en directo titulado modestamente Noche de gloria en el teatro real. Y, atención, porque en una de las canciones más recordadas del hermano de Rosario, Antonio Flores (cuyo último concierto, por cierto, tuvo lugar en Pamplona, antes de su triste final), Pongamos que hablo de Madrid (que en realidad es de Antonio Sánchez y Joaquín Sabina) los coros están interpretados por ¡Luis Cobos y Tino Casal!
En efecto, el melenudo director de orquesta tenía un estudio de grabación llamado Escorpio, en el que fueron registrados discos de grupos como Mecano, Barón Rojo, Orquesta Mondragón… o los primeros temas del pequeño de los Flores, quien, según cuenta el locutor y pinchadiscos Fernandisco, cuando vio en dicho estudio un paracaídas colgando del techo, al parecer para amortiguar el sonido, y preguntó qué era aquello, Cobos le respondió que un parachute, palabra que comenzó a girar en la cabeza de Antonio hasta formar el famoso estribillo de No dudaría: parachururuchuru…
No sabemos, por lo demás si Cobos lavaba sus cuidados cabellos con champú de huevo, pero lo cierto es que mantuvo una estrecha relación de amistad y admiración con Tino Casal, quien también pasó por los estudios Escorpio, en este caso como productor musical, otra de las facetas, como hemos avanzado antes, del multidisciplinar artista. Pues bien, entre los grupos a los que Casal produjo se contaba Obús. Es decir Tino Casal no solo diseñó el estilismo del grupo −o las portadas de sus dos primeros discos−, sino que también participó como productor de Prepárate (Va a estallar el obús), con Luis Cobos ayudando en los arreglos o tocando los teclados en algunas de las canciones. Y esto último, al menos a mí, me resulta tan sorprendente como escuchar a los niños del programa de Teresa Rabal corear aquello de “Kalimotxo, whiski, birra, pipermín… Vamos muy bien, borrachos como cubas, ¿y qué?, aún nos mantenemos en pie, y ya no pararemos hasta no poder ver”... De hecho, no sé si a Fortu le falla la memoria o ha construído un recuerdo falso (o tal vez el grupo grabó varios temas, entre ellos Vamos muy bien y solo se emitió uno) pero lo cierto es que, revisando el archivo de RTVE, la canción que en realidad interpretó Obús en “Mazapán” fue Da igual, que tenía una letra mucho más pedagógica y apta para la infancia, con estrofas como estas: “Hace meses que llevo sin pillar a una tía que me pueda ligar… No me importa si es un callo, qué más da... Ya no queda ningún remedio que me pueda apaciguar… La muñeca la tengo rota, y cualquier tía da igual… Da igual, da igual, solo un minuto será”.
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