Izaro tenía la agenda repleta de actuaciones en 2020 y de repente el mundo se paró. La cantante vivió el momento de confinamiento de una forma casi feliz. Volvió a los escenarios cuando la tensión de la pandemia se fue relajando y se encontró con un público que se ocultaba tras la mascarilla. Ahora ha regresado con una gira en la que todo el mundo va a cara descubierta y ha vuelto a ver la sonrisa completa en los rostros de los que hace quince días llenaron el Velódromo de Anoeta. En este concierto voló literal y metafóricamente, y sintió cómo sus fans rugían y demandaban esos Limones de oro que ahora se sienten muy refrescantes. Es una mujer muy joven, con las ideas muy claras y resulta muy expresiva cuando habla. Es frescura en estado puro. Defiende la paz, el amor y el feminismo.
Lo suyo sí que es exprimir el limón.
Ja, ja, ja€ Me gusta exprimirlo a tope, sí. Resulta refrescante.
¿Qué diferencia hay entre Limones de invierno y Limones de inviernoLimones de oro
Limones de invierno es un disco prepandémico, era un tiempo normal y se ajustaba a lo que era sacar un disco entonces. Limones de oro es como un puente. Yo tenía canciones para un nuevo trabajo, pero no tenía sentido sacar un disco como si no hubiera pasado nada. Limones de oro es como darle una segunda vida a Limones de invierno y que tenga sentido sacar otro que no tenga nada que ver con los anteriores.
Nos han vendido la expresión de la nueva realidad por activa y por pasiva. ¿Limones de oro es su nueva realidad musical?
Para mí es el puente en el que poder decir: Esto ha pasado y hay que hacerle caso a todo eso que ha pasado. No se puede olvidar lo ocurrido, pero hay que enfrentar esa nueva realidad en la que estamos ahora.
¿Hay temas compuestos durante la época más dura de esta pandemia en su nuevo trabajo?
Hice una canción cuando todos estábamos en casa. Pero en realidad es una canción bonita. En realidad, en casa yo me lo pasé muy bien. Estuve muy a gusto, descansé mucho, cociné un montón€
Explíqueme eso de pasarlo bien. La mayoría de la gente se subía por las paredes.
Dentro del tener que estar en casa hubo muchas cosas diferentes. Soy muy casera y disfruté mucho del anonimato; de volver a ser como cuerpo y alma y de volver a estar viendo el sol. Para mí fue un descanso mental.
¿Fue de las que nos dejó sin harina porque hacía panes y bizcochos?
Hice cookies sin azúcar y ya. No hice ni bizcochos ni panes, no me salen muy bien. No soy muy buena repostera. Pero el descanso reconozco que me vino muy bien.
Muchos creadores de distintas disciplinas se conectaron en ese tiempo de encierro con sus musas, otros dicen que la inspiración les abandonó, que volaron a otros lares. ¿Cuál es su caso?
No. Para mí la pandemia no ha tenido nada de inspiradora. Fue duro. Sí que hubo como una exigencia muy concreta, se nos pidió producir en masa y de alguna forma muchos artistas lo hicieron.
Y usted no estaba de acuerdo.
En absoluto. Se mezclaron dos conceptos, el arte y el entretenimiento. No son lo mismo. Hay gente que se dedica al oficio de entretener y hay gente que se dedica a hacer arte. Ahí sí que sentí un poco€
¿De presión?
Tal vez. No estaba de acuerdo con esas exigencias.
Se pusieron de moda los conciertos en streaming.
Sí. Gratis y para animar. Como un bufón. Realmente yo no estaba para ser bufón de nadie en la pandemia. No me gusta ser el bufón solo para entretener y tampoco otros tienen que serlo. Suficiente tuve con mantener bien a los que estábamos en casa.
¿Cree que el mundo musical ha cambiado mucho o volverá a la etapa prepandémica?
Ya veremos. Todavía esa nueva etapa no ha empezado del todo como para poder decir hasta dónde ha cambiado. Sí creo que habrá cosas diferentes. Yo estoy intentando tener más cosas del presente y centrarme en lo que hago ahora, no tanto en el futuro. Antes hacía como carrerillas pensando: Esto será un concierto pequeño para volver dentro de tres años y dar uno grande. Iba siempre pensando en el después. Ahora estoy intentado trabajar mucho para disfrutar de las cosas ahora, ya, y no después.
Carpe diem, ¿no?
Eso es. Y es muy difícil. Pero me he dado cuenta que el momento, vivirlo a fondo y disfrutarlo, es lo mejor.
Dicen que la pandemia nos ha hecho mejores personas€
Eso es una mentira gigante, qué va. En todo caso nos hemos convertido en peores personas. Eso sí que me da pena. Soy una persona que tiene mucha fe en el amor, creo que existe siempre una fórmula diferente fuera de la violencia y de la fuerza; soy pacifista y feminista y cuando a veces veo ciertas cosas digo: Extingámonos, extingámonos, esto no tiene remedio.
Para muchos el feminismo es un pensamiento agresivo.
Ya, pero eso es imposible, increíblemente imposible, el feminismo no es agresivo ni violento.
Estamos dentro de un mundo donde los totalitarismos exhiben discursos que a veces van contra derechos fundamentales y se considera que eso es un ejercicio político.
Creo que hemos confundido la libertad de expresión con el privilegio. Muchas veces decimos cosas pensando que son nuestros derechos y nuestras libertades, pero no siempre es así. Hablamos muchas veces de privilegios como si fueran derechos y es un punto donde se nos confunden los temas. Para mí es mantener la calma y ciertas bases de realidad.
Todo el mundo está expuesto a las redes sociales, pero los artistas lo están más.
Para mí es muy duro estar tan expuesta. Esa exigencia que hay a la perfección no me gusta nada. Sobre todo a tener siempre un discurso perfecto. Para ayer tienes que tener el discurso perfecto sobre lo que va a pasar hoy. Tener un discurso lleva mucho tiempo, tener una opinión cuesta tiempo. Mi discurso no tiene que ser perfecto, yo no tengo que ser perfecta, ni físicamente ni mentalmente. Estar tan expuesto es muy exigente.
¿Utiliza mucho las redes sociales?
Soy activa en ellas. Soy nativa digital y me muevo bien ellas.
Una nativa digital que nació un 31 de diciembre. Una buena forma de acabar un año y empezar otro para sus padres.
Ja, ja, ja€ Es verdad. Para mí es perfecto. Me gusta mucho hacer álbumes anuales de fotos para ver lo que hemos hecho. Sino, no te acuerdas de lo que has hecho. Para mí ese último día es estupendo. Es mi cumpleaños y es como hacer un reset de todo el año.
Ha dado conciertos con mascarillas, pero por fin el del Velódromo fue a cara descubierta. ¿Notó tanto la diferencia desde el escenario?
¡Vaya que la noté! Hay muchísima diferencia. También para el que está al otro lado del escenario. Seguro que algunos encontraron en esa mascarilla cuando era obligatorio llevarla un sitio secreto para cantar. Poder ver la cara a la gente, la sonrisa, no tiene precio.
Hay que decir que su concierto en el Velódromo superó todas las expectativas. ¿Se lo esperaba?
Fue una pasada. Me lo esperaba, obviamente, las entradas estaban vendidas y sabía que aquello iba a ser espectacular. Tengo un público que es increíble. Sabía que iba a ser fuerte. Mi hermana, que trabaja con nosotras, estaba superemocionada. Cuando íbamos a salir, pasábamos por un pasillito por debajo y se oía a la gente rugir. Mi hermana me decía: Te están llamando. Sal ya. Fíjate, me están saliendo las lágrimas ahora hablando contigo. Fue muy fuerte. Vivirlo fue un regalo.
París y Bilbao (mañana). ¿Le gustan las giras largas e intensas?
Muy largas y muy intensas, no. Sobre todo si tienes que viajar mucho, cruzar charco y que no hayas estado en casa en seis meses, no me gusta. Eso no es lo mío. Me gusta tanto ir como volver, pero sin largas ausencias. Me gustan mucho las giras estatales, que puedes estar tres días en un sitio y luego regresar a casa.
¿Cree que el éxito que está teniendo le puede hacer cambiar Euskadi por Madrid?
No, no, no€ Bueno, nunca digas nunca. Pero creo que me voy a quedar aquí. Ahora se está viendo una espantada de mucha gente de Madrid que se está yendo, que está viniendo al norte, a sitios costeros. Hay una estampida, así que no creo que vaya yo.
¿Se puede vivir de la música?
Poca gente puede hacerlo.
¿Usted?
Puedo. Soy consciente de la suerte que es, no debería ser una suerte, pero dadas las circunstancias lo es. Estoy muy orgullosa y me da calma poder vivir de esto, de lo que más me gusta. Siempre hay un miedo, el de hasta cuándo.
Aquella guitarra que un día le prestó una amiga ha dado de sí.
Ya me ha dado acordes, ¿verdad? Le debo mucho a aquella guitarra.
¿Ha aprendido a tocarla?
Bien no. He aprendido a defenderme, estoy a gusto con la guitarra cuando compongo, puedo tocar en directo€ Me suena decentemente bien. Un buen guitarrista es otra cosa.
¿Nunca pensó de niña en ser cantante?
No, pensaba que no, pero sí lo tenía como un sueño. De niña pensaba que iba a ser cantante y quería volar en un escenario. Claro, era un sueño. Cuando nos planteamos el Velódromo, les dije a todos: Quiero volar. Me dijeron: Qué dices. Y volé. Allí estaba mí yo de diez años, en la grada diciendo: Toma ya.
Es usted una mujer muy apasionada.
Mucho. Soy muy apasionada y tengo un punto importante de dramatismo. Soy intensa.
Ecologista también.
Sí. Aunque hay que matizar. El ecologismo es a lo que yo soy afín, pero no me considero tan activista como otra gente que hace muchas cosas para que el mundo pueda mejorar. Hago lo que puedo.
¿Nos pierde el consumismo?
Muchísimo. La prisa también nos pierde. Hay una cosa en la que pienso constantemente, al bañarse se gasta mucho agua, pero de vez en cuando me baño en vez de ducharme.
Haga de pitonisa de su futuro. ¿Cómo lo ve?
¡Ay, ama! No tengo ni idea. Pasan cosas tan sorprendentes... Espero hacerme mayor cantando. Lo de la pandemia ha sido curioso, nadie la esperaba.
Nadie esperaba que un ser casi invisible, un virus, nos hiciera poner los pies en la tierra y hacernos comprender que el ser humano no es imbatible.
Y podía haber sido peor. Estamos intentando volver a tomar las riendas. Veremos lo que conseguiremos. Aquí estamos hablando tú y yo sin mascarillas. ¿Te das cuenta de lo rápido que se acostumbra uno a lo bueno?
¿Va a seguir exprimiendo limones o cambiamos de fruto?
Eso es sorpresa. El futuro lo dirá. Seguiré en la música con limones o sin ellos.
¿Por qué eligió los limones?
Realmente no lo sé. En el primer trabajo hay una canción que se llama Koilarak. En ella digo que si fuera a construir una casa, antes de poner la puerta plantaría un limonero. Fui acercándome a los limones y ha quedado una conexión con ellos.
¿Más importante los de oro que los de invierno?
Igual de importantes. Cada uno con su fase. Los de oro son igual que los de invierno, pero madurados. Son más maduros en tiempo y en compañía.
¿Se le ha subido el éxito a la cabeza en algún momento?
Qué va. Estoy muy bien rodeada de gente, y también me ha pillado en una buena edad. Recibo lo bueno que me dan con mucho amor. Todo lo que recibido es como un jardín de hierbas y yo soy la flor y florezco. Las flores florecen si lo de alrededor es afín a que florezca.
¿Le da tiempo a tener aficiones?
Me encanta leer, esquiar, nadar, ir a la playa€ Me encanta estar con mis amigas.
¿Estar con sus amigas es una afición?
De pequeña pensaba que no era una afición, pero sí que lo es. También me gusta ver series, disfruto del cine, de estar en casa y una afición muy grande en mi caso es la de dormir.
PERSONAL
Edad: 28 años (31 de diciembre de 1993).
Lugar de nacimiento: Mallabia (Bizkaia). Desde hace años vive en Donostia.
Trayectoria: Se define como compositora, romántica y soñadora, de sueño ligero, pero dormilona, alguien que tiene muy claro qué no quiere ser, pero no tanto qué sí quiere. Comenzó sus estudios de Física, pero no le convencieron y acabó escribiendo una novela, que jamás publicará, en las horas de clase. Después se mudó a Donostia a estudiar Comunicación. A una compañera de clase le tocó una guitarra en una tómbola, se la prestó a ella y empezó a tocarla y a componer. Estuvo un tiempo dando conciertos acústicos por aquí y por allá, hasta que un día la vio tocar en un bar Oriol Flores (su batería actual) y le animó a grabar un disco. Se fue a acabar sus estudios a California. Los meses que estuvo allí le confirmaron que quería vivir haciendo música. Cuando volvió, grabó su primer trabajo musical.
Discos: Om; Hankapuntetan I; Eason; Limones de invierno y Limones de oro (2022).