Por segundo año consecutivo, el Restaurante Don Producto y Tú de Vitoria-Gasteiz acogió la entrega de los Premios Materia Prima. Estas jornadas sirvieron como punto de encuentro para diversas personas que nos dedicamos a la divulgación, el periodismo o la comunicación gastronómica, así como para cocineros que abanderan la buena cocina.
En la previa de estas jornadas, tuvimos el placer de conocer a cuatro jóvenes viticultores de la Rioja y Rioja Alavesa, con mucha fuerza e ímpetu, que están decididos a hacer las cosas bien y obtener el reconocimiento que merecen. Los participantes representan cuatro proyectos distintos, liderados por jóvenes talentosos y apasionados.
Juan Valdelana, (Elciego, 1992)
Es un enólogo apasionado de la bodega familiar, construida con trabajo arduo y dedicación. Decimocuarta generación, su conocimiento no se limita a las prácticas tradicionales. Formado en Enología en la Universidad de La Rioja, ha recorrido el mundo elaborando vinos en bodegas de alto prestigio, en subzonas como California, Tenerife o Galicia, absorbiendo diversas técnicas y conocimientos que enriquecen su enfoque en la enología.
En el año 2017, decidieron en la bodega romper con los complejos y se enfocaron en el desarrollo de viñedos singulares, una decisión que ha permitido a jóvenes viticultores integrarse en esta nueva ola. Este enfoque en la juventud y la innovación se evidencia en los proyectos de investigación que Valdelana ha liderado.
En el proyecto de fin de carrera de la universidad, “con mi tutor y amigo Antonio Palacios estudiamos por primera vez en la historia la alimentación enfocada en viticultura”, comenta Valdelana. Un campo que investiga los tejidos singulares y los microorganismos que habitan en el suelo de los viñedos, incluyendo hongos, bacterias y levaduras, y cómo estos afectan la calidad del agua y en última instancia del vino.
Uno de los proyectos más destacados de Valdelana es el Tronco Negro, un viñedo histórico singular de 1935 plantado en Elciego, nombre que hace referencia a un hongo muy escaso y difícil de encontrar.
Este viñedo, plantado por franceses antes incluso de la creación del consejo regulador, produce un vino blanco con una pizca de tropicalidad, se elabora mediante maceración carbónica, una técnica que Juan domina y que utiliza para resaltar la esencia aromática de las uvas.
Variedades como garnacha blanca y viura son protagonistas en sus vinos, que destacan por su complejidad aromática y su capacidad para expresar los terroirs únicos de cada viñedo.
La obsesión de Valdelana por los aromas es evidente en su enfoque meticuloso hacia la vinificación. Inspirado por los perfumistas de Florencia, busca capturar la esencia aromática de las uvas antes de que el alcohol domine el proceso de fermentación.
Su objetivo es extraer toda la magia y chispa de la fruta durante la fermentación, un proceso que puede durar hasta 35 días. “Mis vinos son el resultado de una maceración carbónica cuidadosa, donde la actividad se inicia en condiciones anaerobias y continúa con levaduras orientadas al exterior”, son las palabras del enólogo que reflejan la combinación de tradición familiar con la innovación en la creación de vinos que no solo destacan la riqueza de Rioja Alavesa, sino también por su complejidad y carácter distintivo.
Así mismo, lo han llevado a involucrarse en proyectos significativos en la región de Ribera Sacra. Este enfoque no solo se basa en la tradición, sino que también incorpora innovaciones técnicas para mejorar la calidad y autenticidad de sus vinos.
Jon Cañas (Villabuena, 1987)
Es la cuarta generación del proyecto familiar que lleva su apellido, una bodega que comenzó con su abuelo en Rioja Alavesa. Inicialmente, la bodega funcionaba como una cosechera donde los clientes de Bilbao venían a comprar vino en garrafones. Con el tiempo, su padre revolucionó la bodega introduciendo la maceración carbónica, un proceso que trajo una auténtica sorpresa y marcó el comienzo de una nueva era, similar al concepto del Beaujolais nouveau adaptado a su región.
La bodega ha continuado su evolución y crecimiento hasta convertirse en lo que hoy es el proyecto de Luis Cañas, con presencia en Rioja Alavesa y en Ribera del Duero.
En el año 2014, la bodega logró cultivar catorce tipos de malvasías, de las cuales tres son esenciales para los vinos de Luis Cañas. Una de estas es la Malvasía verde, crucial para los vinos blancos. Esta variedad es muy apreciada por su carácter único y gastronómico. Un proceso delicado debido a la profundidad y complejidad que esta uva aporta en esos meses específicos y que no se produce todos los años.
Otra variedad es la malvasía amarilla, conocida por su sabor distintivo y su longitud en boca, “lo que la convierte en una elección excelente para vinos gastronómicos”, comenta Cañas. Esta variedad es igualmente rara y se maneja con un cuidado meticuloso para mantener su calidad excepcional.
Finalmente, está la Malvasía riojana, una variedad que los abuelos de Jon llamaban así. Esta variedad se cosecha en un perfil maduro; el proceso de vinificación de esta Malvasía incluye 48 horas en la nevera, seguido de una maceración carbónica. Posteriormente, se prensa y se permite su oxidación natural, lo que le confiere un carácter exótico y robusto, que complementa a la seriedad de la Viura, creando vinos con un carácter único.
Estos vinos blancos se destacan por su estructura, ofreciendo una experiencia gastronómica prolongada y sofisticada. Gracias al trabajo constante y meticuloso de la familia Cañas, los vinos blancos de la bodega, han ganado reconocimiento por su estructura y longevidad, igualando a los viejos vinos en términos de capacidad de guarda.
Alain Quintana (Labastida, 1997)
Se ha consolidado como un joven viticultor. Miembro de la generación más joven de la histórica bodega Quintana, gracias a su participación en un proyecto de viticultores de la zona, impulsado por el renombrado enólogo Telmo Rodríguez, (que se basa en reunir a jóvenes con potencial y brindarles el soporte necesario), aprovecha el conocimiento técnico y su asesoramiento, en una iniciativa que busca explorar el conocimiento de la tierra y la esencia intrínseca de cada cepa.
La historia de Alain Quintana comienza con su padre, quien le inculcó desde joven el valor del trabajo en el campo. Aunque al principio le parecía una carga, con el tiempo comprendió la fortuna de haber aprendido a valorar el esfuerzo y desarrollar un profundo arraigo con su pueblo, Labastida. Su familia, siendo cooperativistas, siempre mantuvo sus viñas en excelente estado, distinguiendo entre las viñas buenas y estableciendo una pirámide de calidad.
Quintana comenzó a elaborar vino durante sus estudios universitarios de Enología y Viticultura en Logroño, donde realizaba pruebas en los viñedos que había conocido junto a su padre. En 2015, hizo su primer vino y tras distintas vinificaciones, en 2019, se trasladó al valle de Napa, California, donde se adquirió un potente conocimiento enológico.
El vino parcelario, elaborado bajo la guía de Telmo Rodríguez, se embotelló el año pasado, pero es del 2020 y aún no ha salido al mercado. Este vino es una mezcla de tres viñedos ubicados en cuatro laderas diferentes, compuesto por 80% tempranillo, 15% garnacha y el resto de las variedades como Graciano y Mazuelo, de unos viñedos que varían en edad, siendo el más antiguo de 1945. Alain enfatiza más en la calidad de la uva que en la edad del viñedo, trabajando de manera ecológica y eliminando insecticidas y productos sistémicos gradualmente.
Así ha logrado crear vinos que capturan la esencia del cosechero tradicional, pero con una refinada técnica moderna. Sus vinos, elaborados con una madera bien perfilada y un enfoque meticuloso, reflejan su pasión por la viticultura y su dedicación a la excelencia. A pesar de su corta trayectoria, combina la tradición familiar con la innovación y el conocimiento adquirido a lo largo de sus años de formación y práctica.
Berta Valgañón (Villaseca, 1977)
Con formación universitaria en viticultura y enología, decidió aventurarse en el mundo de la viticultura cuando su padre, que poseía viñedos en Cuzcurrita del Río Tirón, se jubiló.
A pesar de tener un trabajo estable, Berta vio una oportunidad y montó su propia bodega. En este proyecto, ella es la principal fuerza motriz, aunque su marido y sus hijos le ayudan ocasionalmente, a pesar de que su experiencia principal es en la agricultura de cereales en Castilla.
Berta ha logrado producir vinos cada vez más interesantes y potentes, infundiendo a sus creaciones una energía distintiva en Rioja Alta basado en una viticultura ecológica y regenerativa.
Su trabajo principal en la bodega, situada en la ribera del Ebro, comenzó en 2016, pero su proyecto se basa en el legado de cuatro generaciones y su viñedo incluye cepas centenarias, dominadas por Tempranillo, con un 85% de esta variedad, mezclada con Graciano, Garnacha tintorera, Viura, Calagraño o Malvasía.
El camino no ha sido fácil, pero Valgañón ha demostrado una determinación admirable. En este sentido, Antonio Palacios destaca el creciente papel de las mujeres en la enología, especialmente en la Universidad de La Rioja, donde cada vez más mujeres dirigen proyectos importantes. Valgañón es un ejemplo de este fenómeno, combinando el espíritu familiar con una pasión por la viticultura que ha llevado a la creación de vinos excepcionales.