Alaveses por el mundo, tres vidas lejanas
Jairo Baroja, Ana V. Santamaría y Marian Cortés cambiaron Vitoria por Miami, Múnich y Santo Domingo
Los motivos que conducen a una persona a emprender una nueva vida fuera de su territorio natal son infinitos. El caso del gasteiztarra Jairo Baroja responde a sus metas deportivas, a las de cesta punta. El gasteiztarra partió hace veinte años de tierras alavesas hacia estadounidenses, concretamente a Miami (Florida) junto a su pareja Patricia, también de Vitoria.
“Como la mayoría de pelotaris que empiezan a jugar siendo niños a cesta punta, la meta es ir a Estados Unidos a jugar y poder vivir del deporte, cumpliendo un sueño. Para la cesta punta ir a jugar a EE.UU, y especialmente Miami es lo máximo. Yo concretamente debuté en 2005, en el frontón de Dania Beach, un pequeño pueblo en el área metropolitana de Miami. En 2015, cuando cerraron el frontón por reformas, estuve en Fort Pierce. Desde 2022 juego en de Magic City”, relata el profesional en conversación con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Fue en Miami también donde nacieron sus dos txikis, Niah y Kira, que al cumplir los 8 y 6 años, respectivamente, regresaron a Vitoria junto a su madre porque “creímos que lo mejor era que se criaran cerca de la familia. “Todos los días hacemos videollamadas y estamos en contacto en cualquier momento”, apunta. Mientras tanto, Baroja continúa sumergido en “una rutina tranquila” que consiste en jugar partidos y mantenerse en forma en el gimnasio. “También aprovecho para ir a la playa, ya que allí tenemos un clima que te permite ir todo el año, y también estar con los amigos”, agrega el gasteiztarra.
“Echo mucho de menos Vitoria”
No esconde la nostalgia que le sobrevuela cuando piensa en la capital alavesa. “Personalmente, echo mucho de menos Vitoria. Me encanta volver siempre que puedo y gracias a que disponemos de muchas vacaciones entre las ligas de verano e invierno, paso largas temporadas en Gasteiz. Me encanta su ambiente, pasear por sus calles. Creo que tiene el tamaño perfecto para poder vivir sin tener que soportar los agobios de las grandes ciudades”, considera Baroja.
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Es más, asegura estar al día de lo que sucede en los lares vitorianos. “Desde la lejanía, suelo estar pendiente de todo lo que ocurre. Y cada año que pasa, veo que es una ciudad mucho más fácil para moverse en ella y, sobre todo, vivir en ella. Me encanta volver a Gasteiz y salir a caminar al monte, cosa que en Miami es imposible, ya que todo Florida es llano y no hay ninguna montaña", comparte.
"La vida aquí es totalmente diferente si la comparas con la de Vitoria, no existe ese arraigo hacia la cuadrilla, la vida suele ser más solitaria, aunque también hay que decir que en los últimos años el nivel de vida a subido una barbaridad, desde 2005 hasta día de hoy, la ciudad ha cambiado enormemente, ha crecido muchísimo y cada vez hay más acontecimientos importantes. Aunque por mucho nombre que tenga Miami, un buen poteo por Kutxi con la cuadrilla o las fiestas de La Blanca no se pueden comparar a ninguna fiesta de Miami, ni de ningún sitio”, añade con sorna.
“Este puede ser ya mi último año en EE.UU. ya que tanto mi mujer como mis hijas han vuelto a Vitoria porque queremos estar cerca de la familia”, asegura el jugador de jai alai.
En Santo Domingo...
Hace trece años que la gasteiztarra Marian Cortés aterrizó en República Dominicana por motivos laborales. “La verdad es que no me había planteado el Caribe como destino, pero por circunstancias se dio y quise intentarlo (creo que en su momento tampoco le di muchas vueltas)”, comparte en conversación con este periódico. En la capital del país, Santo Domingo, Cortés trabaja como coordinadora técnica en un proyecto para prevenir la violencia de género (zona fronteriza) y fomentar la participación ciudadana en los ayuntamientos.
“En este trabajo, mi fundación lidera un consorcio de tres organizaciones socias. Y ponerse de acuerdo a veces, no es sencillo, pero se logra con el trabajo en equipo. Mi función principal es la coordinación con los equipos de personas que trabajan, algunas actividades de representación institucional, seguimiento técnico y construcción de estrategias clave para el proyecto y, rendición de cuentas ante los donantes”, detalla la vitoriana.
Lo cierto es que su día arranca bien temprano. “Sobre las 6.30 horas comenzamos la rutina matutina en casa con la txiki de 3 años, porque su hora de entrada en la guardería. Después acudo a mi oficina a trabajar (al estar en una capital el tráfico es bastante pesado) y, de vez en cuando, mi rutina se traslada hasta la frontera con Haití, ya que trabajo también en varias provincias fronterizas. Los fines de semana, aprovechamos a hacer actividades al aire libre, cuando el calor lo permite, especialmente si implican estar a remojo”, señala.
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Asimismo, parte de su tiempo libre la ocupa leyendo, tomando algo con amigas o asistiendo a conciertos. “A veces vamos a ver algunos partidos en los que juega mi marido de softball y aprovechamos a pasar el día con las familias del equipo en el que juega”, detalla. Eso sí, una cosa tiene clara, que volverá a Gasteiz.
“No sé cuando, pero no me veo jubilada aquí. Extraño y valoro muchas cosas de Vitoria, mi familia, su tamaño y la facilidad que hay para moverse en transporte público. También sus zonas verdes, ir de poteo con la cuadrilla y la familia, las fiestas, su temperatura y gastronomía”, desgrana Cortés.
En este sentido, desvela las diferencias entre los dos lugares que ocupan su corazón. El clima, la cultura gastronómica y las relaciones sociales. “Es cierto que el carácter dominicano es muy extrovertido y abierto, pero el sentido de las amistades son muy distintas, aquí, la vida en la calle, la música y el baile es bastante común, pero no hay poteo”, comenta.
Mientras tanto en Múnich...
La joven gasteiztarra Ana V. Santamaría decidió probar suerte con las populares becas Global Training con la intención de lograr “experiencia laboral en el extranjero y mejorar mi currículum”. “Lo que no sabía es que esa decisión cambiaría tanto mi vida tanto a nivel profesional como personal”, confiesa a este diario.
Y aunque Múnich no estaba como primera opción en esa lista de deseos, puesto que ella aplicó para una empresa relacionada con el sector de la comunicación en Nueva Zelanda, asegura que, tras cinco años viviendo allí, la ciudad alemana ya le resulta “familiar”. “La calidad de vida es bastante buena. Es llana y se hace cómodo ir en bici a todas partes, hasta el clima es bastante parecido al de Vitoria”, expone la vitoriana. Eso sí, no esconde que el alemán “se me hace un poco cuesta arriba.”
En el terreno laboral, Santamaría trabaja desde hace cuatro años en la plataforma de lujo Mytheresa, como Email Marketing Manager. “Aquí en Múnich te valoran mucho laboralmente, hay más oportunidades en ese aspecto, más variedad. Sin embargo, yo vivo esperando que mi empresa me permita teletrabajar algún día”, sostiene. Aunque no todo es trabajar.
“Aquí tengo un grupo de amigos bastante internacional. Amigos de Egipto, Bosnia, Ecuador, Serbia... Nos conocimos en un evento de bailar salsa al aire libre”, detalla. Asimismo, en su día a día acude al gimnasio y disfrutando cenando restaurantes de la ciudad. “Por supuesto, todo el ocio sale más caro que en Euskadi”, comenta. Además, los fines de semana aprovecha para visitar los pueblos de alrededor.
Y es que una de sus mayores pasiones es recorrer mundo. Experiencias que recolecta en su blog de viajes, Huellas de Gaviota. “Es un proyecto del que me siento orgullosa y al que quiero meterle más caña. He viajado a 29 países y mi favorito es Australia”, comparte la joven.
Sobre su regreso a Vitoria, señala que “aquí estoy muy a gusto, pero no consigo sentirme al 100% como en casa, como si me faltara algo. Además de la familia y amigos, una de las cosas que más echo de menos es el pintxo pote. Y las horas de luz. Quiero volver tarde o temprano”, zanja.
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