"Pasé de una época de sexo, drogas y rock and roll a tocar música católica contemporánea y a ayudar a otros"
A Rubén de Lis no le gusta que le encasillen y menos como cantautor de estilos musicales concretos. Es versátil, pero le cantan hasta los que no pisan una iglesia
El colegio San Viator de Vitoria, este miércoles, coincidiendo con los cinco años que se cumplían desde que su fundador Luis Querbes, fuera declarado “venerable” por el Papa, celebró al mediodía una charla-concierto con Rubén de Lis, el cantante y terapeuta que ayuda en la prevención de adicciones con citas motivacionales tituladas Transformando vidas con propósito.
La misma que dio el lunes en Corazonistas, y que esta vez dio a los de Sanvi en un acto al que también acudieron escolares de Santa María Inmaculada, de Abetxuko, y de Paula Montal, Sansomendi.
Con telonero
En su salón de actos, tras tararear el Ojalá podáis hacerlo, con J. J. Ruiz de Eguilaz, responsable de Pastoral de dicho centro educativo, que actuó como telonero, los adolescentes aprendieron cómo un gallego también puede tocar flamenco, cómo empezó con 9 años en el coro de la Iglesia, cómo con 13 estaba en el Conservatorio, y cómo con 15 se fue a Madrid para aprender a tocar todos los estilos: flamenco, rock, pop, jazz, blues... porque quería ser el guitarrista de los famosos.
Con 16 era músico profesional. Y empezó a ganar 300.000 de las antiguas pesetas tocando cuatro o cinco días al mes. Comenzaron sus noches de sexo, drogas y rock and roll, con fiestas de hasta 72 horas, en una época en la que de Dios “se acordaba bastante poquito”.
Pero se reencontró con él, por su esposa, y dejó los “vicios”. Así, enseñó a los estudiantes cómo utiliza ahora ese calvario, para formarse y ayudar a otros, y cómo pasó de ser el intérprete de otros, a tener su propio repertorio y hasta personalidad musical.
¿Qué mensajes va a trasladar a los estudiantes?
–Un mensaje para intentar dar herramientas para que salgan de esta vorágine de las redes sociales, para que desconecten y se vuelvan a reconectar con la esencia. También un mensaje de prevención y de cuidados, para que no se dejen llevar por tentaciones, como marihuana, cocaína y alcohol, y por otras drogas menos visibles, más silenciosas, como la pornografía y juegos de azar. Vamos soltando tips y mensajes sobre música, deporte y fe.
También escribió Cuaderno Planificador Terapéutico, para fomentar en jóvenes y adultos rutinas que benefician la salud
–Cuando tienes un problema o una inquietud, es muy bueno escribirlo porque eso refleja que tu estado se va a solventar después. El Cuaderno planificador, además de que te organiza la vida, te ayuda a soltar. Escribir es una terapia buenísima.
Y antes de eso escribió Del bar al altar, en el que cuenta cómo la fe católica le ayudó a salir del sexo, drogas y rock and roll. ¿Cómo se dio cuenta de que había tocando fondo?
–Muy jovencito empecé a ganar dinero con la música. Con 16 años, hace 32 años, ya era músico profesional, y me metí en un entorno en el que era más fácil conseguir todas esas cosas, aunque eso no quiere decir que todos los músicos lo hagan. Empecé a tomar alcohol y luego vinieron otros vicios. Eso hizo que mi vida fuera una montaña rusa, pero el Señor es grande y misericordioso y hace 17 años, me mandó un angelito desde Brasil, que es mi esposa, y me acercó a la fe de una manera natural. No soy ningún santo, lo único que abrí mi corazón. Yo definí lo que me pasaba como yonkis sociales: éramos gente de high society, músicos, abogados... Que por el día todo muy bien, pero por la noche, vampiro. Y eso se esconde, porque parece que no hay un problema, pero es peor aún y te vuelves una persona mentirosa y no cumples con tu responsabilidad. Del bar al altar es un testimonio desde mis nueve añitos y estamos muy sorprendidos porque se hayan vendido más de 15.000 copias y está llegando mucho. Y ayuda a saber que si tienes un problema, puedes salir desde la parte médica como desde la espiritual.
El poder de la música
¿Con la música es más fácil hacer llegar el mensaje católico?
–La música es un vehículo maravilloso. Es poderosa y sanadora. El rey David curaba los demonios de Saúl tocando el arpa. Amansa a las fieras. Cualquier mensaje con ella entra como una punta de lanza en el corazón y la católica no iba a ser menos.
¿Ha conseguido llegar con ella a gente que no pisa una iglesia?
–Sí, mucha. Es que ese es uno de mis objetivos: llevar Jesús a la calle. Que la gente que esté más alejada, vean la fe de una forma más natural.
En alguna ocasión ha destacado que la música católica contemporánea está más viva que nunca.
–Sí, ahora, la que se hace España, ha pegado un nivelazo tremendo. Estamos muy felices porque las producciones mejoraron muchísimo.
¿Qué le dijo su entorno cuando le anunció que quería componer temas relacionados con ella?
–Al principio, todo es: “Guau, ¿este se volvió loco? ¿Ha fumado algo?” y luego me dicen: ¿Oye, cómo lo has hecho? Mi cambio fue brutal, de ser un chico que se acostaba a las siete, tras venir de fiesta, a levantarme a las cinco de la mañana para hacer deporte y tener 20 discos grabados, a girar por el mundo y a ayudar a las personas.
REGUETÓN
¿Vale cualquier estilo para hacer llegar el mensaje de Dios? ¿O el reguetón está descartado?
–No, al contrario, porque cuanto más disruptivo seas, mejor. Si canto Alabaré, alabaré, en este contexto, me dirán: ¡Qué rollo! ¿Pero qué escuchan los jóvenes en Spotify?
¿Alguna vez se ha autocensurado o cambiado la letra para no herir a la Iglesia?
–No. Mi objetivo es transformar vidas con propósito. Puede pasar como con papá y mamá, que les quieres, pero puedes no estar de acuerdo. Con la Iglesia es igual. Si en algo no estoy de acuerdo, lo comento y si hay consenso, genial. De lo contrario, sigo mi camino.
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