Tres hosteleros de Vitoria viven desde hace años su particular 'vía crucis' por culpa de tres vecinos que no les dejan trabajar.

Una 'tortura' con la que tienen que convivir y que les impide en muchas ocasiones disfrutar de su profesión que, aunque sacrificada por "todas las horas que hay que meter", les apasiona.

Sus bares, locales de barrio con mucha clientela fiel que no falla ni un día: los cafés de los grupos de señoras del barrio o del centro cívico por las mañanas, partidas de cartas por las tardes, vermuteo los fines de semana, poteadores, pintxo-pote de los jueves,...

Tres bares en Salburua, Aranbizkarra y Gorbea que, a pesar de la distancia, tienen el mismo problema: los vecinos que no quieren un bar debajo de su casa y que "cualquier cosa les molesta y llaman a la Policía".

Estos hosteleros de Vitoria, que llevan años detrás de la barra y que se han hecho un hueco en el barrio y la ciudad, explican que es muy difícil trabajar así.

"En nuestro caso siempre es el mismo vecino. Muchos días llama aquí con amenazas o a la Policía si a un cliente se le ocurre mover una mesa de la terraza, es algo inaguantable".

Si una patrulla acude, tienen que dejar de atender para enseñar todos los papeles y la documentación que les pidan y siempre tienen que explicar lo mismo.

"Nosotros estamos dentro atendiendo, y no podemos estar vigilando la terraza continuamente, es inviable para nuestro trabajo. Pues hay un vecino en la calle Valladolid que cada vez que ve una mesa fuera de su sitio, llama. Su portal está al lado del bar, pero nunca ha habido ningún problema con el resto de vecinos".

"Si un cliente se sienta con un zurito en el banco, llama indignado"

En la zona de la calle Gorbea ocurre algo similar. Un vecino, "siempre es el mismo, estoy segura", se ha convertido en la 'tortura' casi diaria de un bar que lleva años al pie del cañón.

A este vecino en particular "lo que le molesta" es que los clientes se sienten en un banco que hay en frente de su portal en el caso de que todas las mesas de la terraza estén llenas.

"Es imposible estar vigilando si un cliente se sienta o no en el banco, así no podríamos trabajar. Además que es algo puntual, pero en cuanto lo ve, llama al bar par quejarse. Es increíble, verdad?".

El tema de las mesas y las terrazas es una fuente de polémica inabarcable entre hosteleros y vecinos del bloque de arriba.

En un bar de Salburua ocurrió algo similar durante meses. "Desde el principio, a un vecino no le gustó que hubiéramos reabierto un bar que llevaba años cerrado y la tomó con nosotros".

Estos hosteleros recuerdan semanas en las que la Policía ha aparecido más de una vez. "Es el único con el que hemos tenido problemas. Con el resto del barrio, la acogida ha sido fantástica."

Quejas de todo tipo: volumen de la música dentro del bar, el ruido de arrastrar las mesas de la terraza para barrer, horario de cierre que aseguran cumplen, "pero si nos pasamos unos minutos, llama".

Nadie dijo que la convivencia fuera fácil pero en estos casos, hostelería y vecinos están obligados a entenderse por el bien del barrio.