El historiador gasteiztarra Jon Martínez Larrea centra actualmente su investigación doctoral en los movimientos sociales de la Transición en Álava, enfocada fundamentalmente en el movimiento obrero y vecinal. Unos conocimientos que compartirá el próximo martes día 12, a las 18.30 horas, en una charla en el Centro Cultural Montehermoso, enmarcada en el programa de la ciudadanía, sobre el movimiento vecinal que se dio en la capital alavesa, resaltando así distintas luchas de barrio, como la efectuada contra la contaminación o la carestía de la vida. Por otro lado, cabe señalar que Martínez ha participado en diferentes congresos de historia contemporánea así como en revistas académicas, entre otros.

¿De dónde nace su interés por los movimientos sociales en Álava y Gasteiz?

Lo cierto es que es un tema que me ha interesado desde siempre. Hace años que empecé a hacer la tesis sobre este tema principalmente porque hubo un vacío bastante importante en la historia de Álava durante la época de la Transición. Un vacío que intento cubrir un poco con mi tesis.

En su trabajo Movimiento Vecinal en Álava durante la Transición habla de las luchas obreras y vecinales. ¿Existe una diferencia clara entre ambas?

Son dos movimientos distintos, pero está claro que muchas veces tuvieron relación y que, en muchos casos, la gente que participaba en uno, también lo hacía en el otro. Lo que hay que tener en cuenta es que el movimiento obrero en Vitoria fue bastante tardío. Fue en el año 1972 cuando se produjo la Huelga de Michelín. Sin embargo, cuando ese movimiento obrero sale realmente a escena es en la huelga de trabajadores del 76, que se desencadenó en los acontecimientos del 3 de Marzo. Ese momento fue clave.

¿Cuál fue la reacción de la población tras el 3M?

Yo creo que se producen dos sentimientos. He entrevistado a personas que me han contado que estuvieron dentro de la Iglesia (San Francisco de Asís) en el momento de los hechos y que, después de lo sucedido, estuvieron bastante tiempo sin ir a las manifestaciones porque tenían miedo. Pero por otro lado, a muchas otras, el 3M les impulsó a tomar otra postura. Fueron unos acontecimientos que impactaron y que produjeron un cambio en gran parte de la población, animándola a protestar. Tanto el 3M como su anterior huelga, que discurre entre el 9 de enero del 76 a los acontecimientos del propio 3 de Marzo, impulsaron a la movilización en Vitoria.

Lo hemos vuelto a revivir hace apenas unos días. Vitoria se sigue volcando, ¿no es así?

Sí. El 3M tiene un papel muy importante en la memoria colectiva de la ciudad. Este año, se ha conmemorado el 48 aniversario, casi 50 años, y vemos cómo esa memoria sigue muy presente.

En el informe señala que la conflictividad política y laboral fue menor en Álava que en otros territorios vecinos, ¿Bizkaia o Gipuzkoa, por ejemplo?

Sí, aunque más que menor, en el territorio alavés fue tardía. Por ejemplo, en el caso concreto del movimiento vecinal en Bilbao, desde mediados de los años sesenta hasta mediados de los setenta, fue muy potente. Se crearon asociaciones en muchos barrios, incluso fueron capaces de conseguir la dimisión de una alcaldesa. Mientras tanto, Vitoria estaba en pañales por esa época. Fue más tardía, pero sí que es importante destacar que, en poco tiempo, entre el año 76 y el 79, se crearon asociaciones vecinales en todos los barrios de Vitoria.

¿Cuál fue la primera en nacer?

Aranako fue la primera asociación que surge en 1974 y porque la campa que está al lado del barrio tenía una pasarela bastante deficiente. De hecho fue la primera manifestación en la que pidieron permiso para que fuese legal.

¿Y la agrupación que más fuerza alcanzó en cuanto al logro de objetivos? 

Es difícil decantarse por una, aunque, tal vez, la del barrio de Zaramaga. Jugó un papel muy importante, sobre todo contra la contaminación que producía la fábrica de Forjas Alavesas. Un hecho un tanto paradójico ya que muchos habitantes de Zaramaga trabajaban en ella. Sin embargo, los humos de Forjas alcanzaron el barrio y eso produjo muchas enfermedades. Fue en 1977 cuando hicieron una manifestación y, con el tiempo, consiguieron que se tomarán medidas para poner fin al problema. Aún y todo, en muchos otros barrios también fue importante el factor vecinal.

¿Qué papel jugó en todo esto la política de aquella época?

José Ángel Cuerda llegó en el año 1979. En primer lugar es interesante destacar que, una de las primeras medidas que tomó, fue reunirse con el movimiento vecinal. Si bien es cierto que, posteriormente, la relación entre Cuerda y las asociaciones fue difícil, porque una de las cosas que hizo el exalcalde fue dotar a los barrios de determinados locales. Y, sobre la gestión de estos, hubo un conflicto con determinadas asociaciones, quienes decían que aquel era un asunto que debía ser gestionado por ellas. También hubo otras asociaciones que intentaron cooperar con el Ayuntamiento, lo que en ocasiones también derivó en conflicto, especialmente, entre aquellas que ya llevaban tiempo asentadas en los barrios.

¿Las asociaciones tenían ideología política definida o iban más por libre?

Es un tema complicado, porque mucha gente que estaba en las asociaciones, también participaba en partidos políticos o sindicatos. Si que es cierto que, tampoco podemos decir que un partido dominase esas asociaciones, de hecho, yo diría que fueron independientes.

También menciona que en la zona rural de Álava los movimientos obreros y vecinales no llegaron a extenderse tanto como en la ciudad, ¿por qué?

Principalmente por dos cuestiones. Por un lado, porque en Álava existía una organización de concejo abierto que permitía a la población participar en los temas cotidianos de los núcleos rurales. Por otro, porque tampoco existían esos problemas urbanísticos. Aún y todo, si que hubo algunas asociaciones, como la de Llodio, que hubo un movimiento vecinal con mucha fuerza y que incluso, a partir de 1977, se integraron a componentes de la asociación en el Ayuntamiento. Es decir, la gente de los barrios pudo participar directamente en los asuntos del Ayuntamiento.

¿Qué papel jugaron las mujeres en este movimiento y, más en concreto, en estas asociaciones?

Uno muy importante, aunque, es cierto que, los puestos de dirección estaban, generalmente, ocupados por hombres. Aquí, me gustaría resaltar dos temas: por un lado, que se crearon comisiones de mujeres en la mayoría de los barrios y, por otro, la creación de una comisión que luchó contra la carestía de la vida, que al fin y al cabo era lo que ellas vivían en el día a día. Las mujeres eran quienes se encargaban de la economía familiar y de la gestión de ese trabajo reproductivo. Incluso desarrollaron experiencias de venta directa de patata con la ayuda de La Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA), una experiencia que se llamó Operación patata. Pensaron en cómo saltarse esos intermediarios que encarecían los precios de los alimentos. Fue una experiencia puntual, pero muy interesante.