Quién no ha tarareado en alguna ocasión aquello de Molinero, molinerito/molinero de Legardagutxi/tan humilde y tan viejecito/trabajando siempre con afán.
El molinero al que Alfredo Donnay situó en un lugar semioculto de la Llanada alavesa no es otro que Miguel Castillo, tercera generación de una familia de molineros, como tantos otros que alimentaron a la población con los productos de la tierra.
A lo largo del tiempo, los molinos han sido una infraestructura básica a la hora de articular el sistema de explotación de los recursos agrícolas y la estrategia alimentaria de los pueblos a los que han dado de comer.
Ahora, el Ayuntamiento de Vitoria pone en valor y da a conocer una nueva ruta por estos viejos molinos hidráulicos de los pueblos de Vitoria, y ensalza su historia y su relación con la moltura del cereal, un cultivo que sigue pintando de verde y amarillo los campos alaveses.
Se trata de un recorrido de 34,5 kilómetros por el noroeste del municipio. Se recorre a pie en siete u ocho horas y pedaleando, en dos o tres, a través de pistas de asfalto y caminos. La ruta, de dificultad media, enlaza nueve molinos de interés del municipio: Áncora de Abetxuko, Yurre, Arangiz, Foronda, Hueto Abajo, Mártioda, Mendoza, Legardagutxi y Gobeo.
El camino en su conjunto está concebido para que los nueve molinos puedan ser visitados por fuera de forma independiente con paneles informativos y explicativos que contextualizan al visitante.
He aquí algunas características de los nueve molinos, unos mejor conservados, otros más deteriorados, y de los sistemas de molienda usados, desde los más ancestrales a los industriales.
Unos, con el sistema tradicional o rodezno, llamado así por una de las piezas que la fuerza del agua movía para activar el mecanismo.
Otros, mediante el sistema de regolfo, que actuaba como turbinas rudimentarias cuando todavía faltaban más de dos siglos para que se inventasen. Y los más modernos, con el sistema austro-húngaro, el primero que permitió obtener harina totalmente blanca.
Áncora de Abetxuko
Se trata de la fábrica de harinas fundada en 1854 sobre los vestigios de un antiguo molino medieval. Estuvo en marcha hasta 1991, fecha a partir de la que continuó funcionando únicamente como panificadora hasta su cierre en 2003. Utilizaba el sistema austro-húngaro al que está asociada la molienda industrial de harinas, y que consiste en moler hasta seis veces consecutivas el grano hasta conseguir una harina fina y uniforme.
Yurre
La primera mención sobre su existencia data de 1550 con ocasión de un pleito entre dos vecinos de Yurre. El molino, adosado a una vivienda que fue panadería, incorpora el sistema de regolfo, frente al mecanismo de rueda tradicional, que supuso un gran avance en términos de productividad.
Arangiz
Es un molino exento de planta rectangular con cubierta a dos aguas del siglo XVII, con sistema tradicional o rodezno. El edificio actual fue reedificado en 1848 en el lugar del antiguo.
Foronda
Aunque hay menciones desde 1710, el molino actual responde a una reconstrucción realizada en 1817 y sufragada por un vecino de Foronda emigrado a Acapulco, que donó 100.000 reales para la compra de un órgano para la iglesia, pero una parte se usó para reconstruirlo.
Hueto Abajo
Molino documentado en 1726. En su exterior se conservan dos muelas. En sus inmediaciones se encontraba la localidad de Urrialdo, despoblada en el siglo XIV, que únicamente conserva los restos de su iglesia románica.
Martioda
De época medieval, estuvo en uso hasta finales del siglo XX, por lo que se encuentra en un relativo buen estado. La presa es una de las más espectaculares del recorrido.
Mendoza
Molino con tejado a dos aguas del siglo XVI y sistema rodezno. En su fachada sur destaca un porche en piñón.
Legardagutxi
Molino vivienda de gran tamaño y sistema de regolfo. Fue propiedad del convento de Santa Catalina hasta la desamortización de Mendizabal, que pasó al Estado. A pesar de su estado ruinoso, es uno de los más conocidos gracias a la popular canción de Alfredo Donnay.
Gobeo
Molino del XVII, tipo cubo-presa sin canal y sistema rodezno. Fue adquirido en 1900 por Azucarera, que estableció una fábrica de electricidad para su uso, aprovechando el salto de agua del viejo molino. Conserva el salto de agua, la presa y el edificio, en avanzado estado de ruina.