Turneo Teatro, compañía joven y productora teatral asentada en Madrid, presentará en Gasteiz el próximo 14 de diciembre su propuesta escénica Columpios Descalzos. Una panorámica del suicidio. La representación cerrará el programa de prevención del suicidio dirigida a personas usuarias de Bizan, organizado por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz a través del Departamento de Políticas Sociales. El Consistorio pone así el colofón, a través de la cultura, al programa que arrancó el 20 de octubre y que está llevando a cabo ocho charlas de sensibilización dirigidas a personas mayores. DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA charla con la directora de esta compañía, Carmen Calleja, hija, además, de un vitoriano.

¿De qué manera esta obra trata, en concreto, el tema del suicidio, una realidad que causó 4.097 muertes en 2022?

–Es una panorámica. Nos interesaba mucho a Verónica Jiménez, que también es coautora de esta obra, el superviviente, que es el que se queda. Según los estudios, por cada muerte por suicidio, hay unos seis afectados, por no hablar de las cifras tan altas de personas que se quitan la vida. Es un problema que nos puede pasar a cualquiera. Y desde esa panorámica intentamos abordar todos los rangos de edad: desde el niño que también lo intenta a la persona mayor, por esa soledad a la que les condenamos, y eso hace que suban más este tipo de muertes. Y la voz del médico y otros profesionales. Por eso estamos en constante reestructuración de la obra.

Durante la creación se hizo una investigación escénica con diferentes asociaciones como Papageno, Teléfono de la Esperanza, DSAS, APSU, Alhelí, Liana, Paso a Paso, y Alma y Vida, que colaboraron con el equipo artístico.

–Hemos hablado con muchas asociaciones y seguimos hablando para tener su punto de vista porque al fin y al cabo somos artistas. Estamos en un aprendizaje con los profesionales, que son los que tienen las herramientas y contenidos. Y queríamos tener la visión de esos padres en duelo por la pérdida del hijo y de profesionales como médicos, catedráticos, industria farmacéutica...

La obra nace de la voluntad de colaborar con las instituciones públicas para lograr visibilizar este problema. ¿Iniciativas como esta contribuyen a eliminar los tabús que existen en nuestra sociedad en torno al suicidio?

–¡Qué buena pregunta! No lo sé. Espero que sí. Nuestra intención es que no solo se quede en una obra teatral. En Vitoria se dan estas charlas con mayores para empezar a hablar del tema. No pasa nada por hablar. Al menos, lo puede prevenir.

Y se hace para denunciar el silencio de la sociedad, entre los familiares que tienen vergüenza de hablar de ello y de que en los medios apenas se trata el problema para evitar el efecto llamada.

–No se habla del suicidio. Estamos anonadados con lo que nos han contado las asociaciones. Ha sido el trabajo más importante y también el más reconfortante. Parece que el suicidio es contagioso: que pierdes amistades y que te miran mal. Es curioso que pase eso a gente que atraviesa un duelo, cuando lo que necesitan es apoyo. El suicidio de alguien no se supera, pero aprendes a vivir con ello gracias a grupos de apoyo. 

¿Qué queda pendiente por hacer?

–El suicidio es una lacra y hasta que no entendemos que nos afecta a todos... Se necesita un plan estratégico nacional para tener protocolos. Falta más labor de prevención y más hablar. Hay una escena final, un poco poética, sobre que no tenemos herramientas para hablar de ello cuando se te cruza un pensamiento nefasto hacia ti mismo. Se necesitan espacios para saber y poder decir que no se está bien. El público suele decirnos, normalmente, que no tenían ni idea de que eso existía de esta forma y nos dan las gracias por la información, porque la damos de todo lo que supone. Y salen con ganas de vivir y siendo conscientes de querer estar con los suyos.

Carmen Calleja. Cedida

¿Es posible concienciar más con una obra de teatro que con una charla?

–Creo que todas las iniciativas que se hagan están bien. La obra de teatro es un altavoz. Desde el humor también se pueden eliminar tabús y se habla del suicidio sin ser morbosos y haciendo crítica de que no hay que estar siempre bien, como cuando se ponen a bailar y a decir frases positivas de las tazas de Mr Wonderful. La literatura también nos ha vendido el suicidio como el de Romeo y Julieta, pero no es algo bonito ni que esté bien.

-Tras la obra se realizará también un coloquio con los miembros de la compañía, en el que se abordará cómo individuos, asociaciones, profesionales, instituciones y la sociedad en su conjunto pueden favorecer la erradicación del suicidio.

–Es un diálogo social. Una persona, superviviente del suicidio, hace poco nos dio las gracias. Nos quedamos todo el equipo impactados, no por lo que contó, sino por haber sabido generar ese espacio, en el que se atrevió a coger un micrófono, sin sentirse juzgado, para contar su experiencia. Ojalá que tras acudir a ver esta obra se comprenda mejor y la gente se pare a hablar de ello.

Carmen Calleja. Cedida

El público en este caso al que va dirigido son mayores, un colectivo vulnerable ante esta realidad.

–Estoy muy contenta por poder hacer la obra ante ese público y también muy expectante. Recogemos la voz de un anciano, solo en su casa, con la metáfora de los pájaros y esa frase que se escucha continuamente de “no sé para qué seguir viviendo”. Qué bien que haya iniciativas como los Bizan para no dejarles en segundo plano e integrarles. Y luego está el turismo de la muerte, que organizan empresas privadas a Suiza, que es espeluznante, para ofrecer suicidio asistido a mayores aunque no tengan enfermedades terminales. No es la solución, sino invertir en políticas preventivas.