En pleno rodaje de Lo que el viento se llevó, y esta es una historia real, el productor cinematográfico David O. Selznick decidió paralizarlo todo para reconducir la película de la mano del guionista Ben Hetch y el director Victor Fleming. Aquel encuentro le sirvió a Ron Hutchinson para escribir Moonlight and magnolias, en el que, tras la adaptación de José Troncoso, se basa Plátanos, cacahuetes y lo que el viento se llevó. La obra se va a poder ver hoy y mañana a las 19.30 y a las 22.00 horas en el Principal, contando sobre las tablas con Gonzalo de Castro, Pedro Mari Sánchez, José Bustos y Carmen Barrantes. “Vitoria es una plaza fundamental en el teatro de este país”, apunta el actor madrileño antes de volver al centenario teatro de la calle San Prudencio.

La última vez tenía que haber sido el 23 de marzo de 2020, pero claro, pocos días antes todo se paró por la pandemia.

Aquello fue una experiencia para no olvidar en todos los ámbitos de la vida. Nuestro oficio ha sufrido mucho a partir de esas fechas. Lo que quedó del 2020 y todo 2021 y parte del 2022 fue un auténtico desastre. Cayeron compañías, cerraron teatros, se esfumaron giras... en fin, un vía crucis importante. Poco a poco vamos sacando los cuernos al sol, como los caracoles e intentando reorganizar todo para llevar el teatro, como el circo, a cualquier parte. Es verdad que hemos dejado de mirar atrás y recordarlo, pero realmente fue durísimo.

Por fin regresa, pasado todo ese episodio, con cuatro funciones en 48 horas, dos seguidas cada jornada. ¿Un esfuerzo físico y mental bastante importante, no?

Es agotador (risas). Hoy llegamos, tenemos rueda de prensa hacia el mediodía y después dos representaciones, que mañana repetimos. Estamos hablando además de una obra extraordinaria pero físicamente demoledora. Pero bueno, es nuestro oficio y estamos encantados. Además, no muchas plazas ya te contratan para doblar el mismo día. Las giras se han reducido a la mínima expresión. Así que a Vitoria vamos contentos y felices porque es una ciudad cojonuda. El público tiene un aplauso muy generoso y se come muy bien, así que no puedes pedir más.

Llevan al espectador a un pasado reciente que es real.

Es historia del cine. Cuenta cómo el productor David O. Selznick, al que yo interpreto, llega a un momento en el rodaje de Lo que el viento se llevó en el que decide pararlo todo. Había arrancado con George Cukor como director pero no le gustaba. Le consideraba lento y bastante afeminado. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de la producción más cara de la historia del cine en aquel tiempo y a los quince días, el productor ordenó paralizar el rodaje. Reunió al guionista Ben Hetch y al director Victor Fleming, que era un tipo resolutivo. Les encerró en su despacho y les dijo: de aquí no salimos sin el guión definitivo de Lo que el viento se llevó.

De ahí el título de la obra.

Eso es. Hetch, en sus memorias, cuenta que durante los cinco días que estuvieron encerrados fueron alimentados a base de café, plátanos y cacahuetes para tener proteínas y vitaminas (risas). Todo esto contado en una alta comedia muy bien templada y dirigida. Con cuatro actores organizamos una especie de camarote de los hermanos Marx.

Así se configura una comedia en la que se habla del poder, del dinero, de la delgada línea entre el éxito y el fracaso...

Sí, sí, habla de todo eso. Además, cuenta la relación que tienen los estadounidenses con el tema del judaísmo. Hollywood es un invento de los judíos. Cuando los primeros pogromos, a principios del siglo XX llegaban de la Europa del Este muchos judíos escapando y los gentiles no dejaban que los judíos intervinieran en la industria norteamericana. El judío era visto como gente avara que acumulaba dinero. ¿Qué hicieron ellos? Comprar miles de hectáreas en California y crear una industria del entretenimiento con la que pensaron que se iban a poder ganar el favor de los americanos. Ellos inventaron el sueño americano. Por eso el sueño americano es un sueño judío. En la obra se habla de eso, del dinero, de la ambición... Es una función extraordinaria en la que nos lo pasamos muy bien. En cada sitio en el que actuamos, dejamos un sabor de boca estupendo y la gente siempre termina aplaudiendo en pie.

Por cierto, ¿de la película se habla o es una mera excusa?

Sí se habla, pero de pasada. Selznick era un jugador empedernido, un tipo que se podía jugar hasta la camisa. De hecho, arrancó el rodaje de la película y el dinero se lo gastó apostando en una partida. En fin. Así era esta gente. ¿Qué sucedía? Que en esos años había una pasión que hoy casi ha desaparecido. Era una gente que creía tanto en lo que hacía, que tenía tanta confianza en sí misma, que eso se traducía en todos los aspectos de su vida. Sí, eran arrogantes y echados para adelante. Y sí, tenían todos los vicios, pero eran personas con una fe ciega en lo que hacían. Selznick estaba convencido de que todo era posible si se hacía con voluntad y pasión. Eso se ve en el texto.

En Vitoria retoman la gira del espectáculo pero entre medio, por ejemplo, usted acaba de estar en un rodaje de una película. ¿Complicado cambiar la mentalidad de un trabajo a otro?

Esto es como hacer bicicleta. Esos distintos proyectos terminan siendo como ventanas en la pantalla de tu ordenador. Cuando te toca un trabajo, abres la carpeta y ya está el texto. La memoria es absolutamente asombrosa. El texto de la obra lo tengo en la recámara y solo me falta estar con Pedro Mari Sánchez, José Bustos y Carmen Barrantes, y de repente todo fluye. Hay una frase que dice que en el teatro las piernas tienen memoria. Es cierto. Puedes dejar de hacer una función durante seis meses, que en cuanto te vuelves a subir al escenario, y el texto te lleva a la acción. Es pura magia. Soy un enamorado de mi oficio, no sé si se nota. Nuria Espert dice que recuerda la casi totalidad de los textos que ha defendido. Si la memoria la ejercitas bien, es una bicicleta en este oficio de la que no te puedes bajar.

A pesar de todo el trabajo que les toca aquí y teniendo en cuenta que son fiestas, habrá tiempo de tomarse algo...

¿Te cabe alguna duda? (risas)