¿Cómo está siendo un día normal para usted desde que fue investida?

–No ha cambiado mucho, porque me he dedicado muchos años a trabajar duro y con muchísima dedicación. Creo mucho en la cultura del esfuerzo. Este es otro paradigma, un reto muy grande, pero lo asumo con mucha ilusión y además con fuerza.

Así que sigue madrugando mucho.

–Suena un poco raro, pero toda la vida me he levantado muy pronto para ir a nadar. De pequeña, a las 6.00 ya estaba nadando. He vivido también en Alemania, donde el biorritmo de las personas es muy tempranero. Así que me sigo levantando pronto. Hoy por ejemplo –por el jueves– me he levantado a las 5.15, o así. Y lo primero que hago es ponerme un café y leerme la prensa. A partir de ahí, vengo pronto al Ayuntamiento para poder responder a los mails y todas las peticiones. En ese momento puedo pensar con calma, firmar todo y organizar el día. Porque a partir de las 9.00 ya es un ritmo frenético.

¿Cuántas veces al día le está sonando el teléfono desde su investidura?

–Bueno... ni sé. Pero tengo como máxima responder dos veces al día a los teléfonos y el mail y firmar. Es una manera de organizarme que me funciona. Porque lo que no se puede es estar todo el día colgada del teléfono, al menos en mi caso. Por eso hago esas dos pausas al día.

¿En qué aspectos ha cambiado más su vida?

–El trabajo duro siempre lo he hecho. He sido teniente de alcalde, soy madre y siempre he tenido que llevar a cabo responsabilidades familiares. Me ha cambiado quizá la manera en que la gente me aborda. Yo nací en Vitoria, toda mi familia es de Vitoria, he trabajado en muchos ámbitos y conozco a mucha gente, pero me sorprende el ser muy reconocida en la calle. Ayer –por el miércoles– me fui a comprar un capricho a Goya y me pararon varias personas para explicarme sus problemas. Eso te choca, porque hasta ahora era más conocida en mis círculos de amistades y profesionales.

¿Y ha sido positivo ese ‘feedback’?

–Sí, muy positivo. Yo hice además una campaña que reflejaba un poco también mi personalidad, en positivo, y siempre he dicho que a mí en la bronca es difícil que alguien me vaya a encontrar. Siempre busco de los problemas una oportunidad. Y creo que la gente ha cogido esto con ilusión. Me dan muchos ánimos. Estoy en la calle desde hace mucho tiempo y cuando la gente protesta a mí también me ayuda mucho para ver por dónde hay que ir enfocando las líneas del gobierno. Estoy recibiendo muchas muestras de cariño y lo agradezco mucho. Y ante las muestras de no tanto cariño y las quejas, que sepan que buscaré la oportunidad para dar solución y respuesta a todas esas inquietudes.

¿Está pudiendo practicar deporte, una de sus grandes aficiones?

–Siempre busco un momento para ello dentro de la agenda de cada día. Es una manera de evadirme y también de pensar bien, una manera de buscar una desconexión para volver a reconectarme con el mundo municipal. Me gusta ir al gimnasio, a la piscina... Esta semana, por ejemplo he ido a dar una vuelta al bosque de Armentia. Ahora mismo voy a empezar unos cursos municipales de yoga.

Le habrán dado también bastantes consejos estos días.

–Sí, ha habido muchos consejos y además absolutamente fundamentales. Y me los ha dado gente con otras visiones políticas diferentes a la mía que a mí me aportan mucho. Eso te permite ir creciendo para ser una alcaldesa que gobierne para todos y todas.

¿Puede decir quién le ha dado los mejores consejos?

–Sí. Gorka Urtaran me dio por ejemplo algún buen consejo que en su día le había dado su madre. Y también me los ha dado bastante gente crítica, y me los tomó con muchísimo cariño.

¿Se podrá ir de vacaciones este verano?

–Llevo tres años sin poder irme de vacaciones, porque he aprovechado los veranos para poder aprender euskera en el barnetegi. Si me escapo, me gustaría disfrutar unos días de la naturaleza. Pero lo último que estoy pensando ahora es en las vacaciones. Y teniendo aquí al lado los Montes de Vitoria, no hace falta irse demasiado lejos para estar como en el paraíso.