Nació Leandro y ahora se llama Andrea Leandra, aunque su nombre artístico es Andrea de Oliveira. Cuenta que desde los nueve o diez años supo en su Río de Janeiro natal que ella no era ese cuerpo de chico que veía reflejado en el espejo. A partir de ahí comenzó un largo camino de transición, no sin obstáculos, que todavía no ha concluido ya que, ante todo, esta artista brasileña de 44 años mira hacia adelante. 

“Quiero ser madre y para eso necesito tener una formación, estudiar; he elegido Psicología, creo que precisamente porque a mí me ha faltado acompañamiento psicológico en todo el proceso y quiero dárselo a otras personas porque cuando sientes que no encajas en este mundo, te preguntas ¿qué hago aquí? y se te pasan todo tipo de cosas por la cabeza, hasta el suicidio”, apunta.

Mientras se viste con transparencias negras para salir al escenario fina y elegante, la artista desgrana el mensaje que hoy, Día del Orgullo, quiere lanzar: “estamos hartas de tanta violencia, cada persona decide qué quiere ser en esta vida y nadie tiene por qué mirarte mal por eso”, manifiesta. 

'Sobreviviré'

Entona alto y claro el mundialmente conocido Sobreviviré y Me quiero. “La gente va a entender perfectamente este play back, y es que, aunque los demás no me acepten, yo me quiero”, asegura desde la céntrica plaza de una Vitoria a la que llegó hace nueve años, no sólo por los “muchísimos” ataques de odio que tuvo que aguantar en Brasil, aunque “todo influye”, reconoce. “Prefiero tener a mi hija lejos, pero saber que está bien, que aquí al lado y estar todo el día preocupada por si le ha pasado algo”, recuerda las palabras de su madre.

La importancia de educar en Igualdad

Lucía Soriano ha estudiado Promoción de la Igualdad en Barakaldo y ahora está de voluntaria en Sidálava. Hoy prepara la carpa colocada en la Virgen Blanca con globos y paraguas arco iris y reparte preservativos y tarjeteros con información sobre prevención de enfermedades de transmisión sexual. 

“La celebración del Día del Orgullo es más necesaria que nunca para reivindicar unos derechos ahora más en peligro por el auge de la ultra derecha; siempre hemos vivido en una sociedad machista y LGTBIfóbica, y si no cambiamos las cosas, vamos a seguir igual que hace treinta años”, considera. 

“Educar en igualdad” es para esta joven de 23 años la única manera de acabar con los mensajes de odio, insultos verbales y ataque físicos que todavía sufre el colectivo LGTBIQ+, “sobre todo las personas trans”, piensa. 

Sífilis y gonorrea

Menos tiempo lleva en Gasteiz Jeferson García. Llegó hace año y medio de Venezuela y trabaja en un proyecto de prevención para la comunidad gay de la comisión anti sida de Álava. “Además del uso del preservativo, es fundamental detectar de forma precoz si tienes alguna enfermedad para poder acceder de forma inmediata al tratamiento”, transmite. 

Pese a los años transcurridos desde la aparición del sida y de que ya se ha convertido en una enfermedad crónica, “todavía hay miedo a conocer la seropositividad, por eso hay que hacerse la prueba si se ha tenido alguna práctica de riesgo, con las facilidades que hay hoy en día”, aconseja. 

Y no sólo por el VIH sino por la elevada incidencia que están teniendo otras enfermedades de transmisión sexual, sobre todo sífilis, gonorrea y clamidia, también entre la población heterosexual. “De las pruebas que hemos hecho este año han dado dos positivos en VIH y tres en sífilis”, cifra.

Ni un paso atrás

Preguntado por el por qué de este aumento, Jeferson García lo achaca a que “hoy en día, mucha gente se está descubriendo en su sexualidad y en ese camino de probar una cosa y otra, no se cuida suficientemente”, dice entre paneles reivindicativos que invitan a no dar ni un paso atrás en los derechos que el movimiento LGTBIQ+ ya ha conquistado. “Hay que estar atentos”, alerta Mikel Resa, de Sidálava.