El caso de Karan Parbhakar es extraordinario, teniendo en cuenta los datos de reinserción social que maneja Cruz Roja Álava respecto a las personas que viven en la calle. “La reinserción es mínima. Existe, pero no hay muchas expectativas. Entre un escaso 20-30% logra reinsertarse de nuevo en la sociedad”, explica Joseba Etxebarria, responsable de las Unidades de Emergencia Social. “Cada semana se incorporan nuevos usuarios y otros los perdemos de vista porque se van”, añade.

Un colectivo, el de los sintecho, que ha aumentado considerablemente en los últimos años. La asociación humanitaria constata un 30% de incremento en el número de atenciones en calle, de las 140 que realizó en 2021 a las más de 200 personas que recibieron su asistencia en el recién finalizado 2022. “Atendemos a personas que viven al descubierto, no en lonjas ni en pabellones abandonados, y el número varía mucho. Auxiliamos de 11 a 25 personas diarias”. No hay una única razón que explique esta subida del sinhogarismo, sino múltiples variables, como las negativas consecuencias que han acarreado la pandemia y la crisis económica, el aumento del consumo de drogas, la emigración y la vulnerabilidad que ya afecta también a la clase media, entre otros.

Tampoco existe un perfil fijo, pero principalmente son hombres y se trata de “emigrantes que vienen a Vitoria por los recursos sociales”. También se dan situaciones por drogadicción, ha aumentado el número de personas autóctonas sin hogar, así como los casos de separados que se ven en la calle.

Hay un gran “efecto llamada entre los emigrantes, que se animan a venir creyendo que van a tener unas ayudas y unas previsiones de vida que finalmente no se dan porque no cumplen los requisitos”, indica el responsable de Cruz Roja.

Recursos sociales

Este incremento de las personas sin hogar en concreto, y de la vulnerabilidad en general, ha “sobrepasado los recursos disponibles”. “Hay un límite en los recursos municipales y está superado desde hace tiempo. No hay capacidad de alojamiento para todos”, afirma Etxebarria con sinceridad. Un ejemplo es que estos días hay “jornadas de puertas abiertas” en los que se aumenta en casi una treintena el número de plazas del CMAS y Aterpe por “la climatología” y “no da para todos”. Etxebarria reconoce que es un asunto “complicado”. “Si amplías los recursos vas a tener un efecto llamada mayor. Es difícil saber dónde poner el punto para atenderles y proporcionarles cobijo. Entiendo que no podemos tener una realidad ideal”, asume.

Burocracia

Un gran número de las personas que se ven obligadas a vivir a la intemperie no cumple los requisitos para acceder a algún tipo de ayuda. “El principal escollo es tener la documentación legal al día y el empadronamiento”. “Aunque seas emigrante, legalmente toda persona tiene derecho a un padrón social y no se les ofrece, lo que impide su acceso a todo lo demás”, denuncia. “La burocracia es un punto de atasco para que logren las ayudas a las que tienen derecho”, agregan desde Cruz Roja.

Treinta y cinco voluntarios, formados por Cruz Roja, asisten a las personas sin hogar en “permanente contacto con el Ayuntamiento” para corroborar la información de cada persona. Tratan de conocer “lo mejor posible su realidad”, les ofrecen programas de empleo, alimentos, alojamiento y asistencia jurídica, así como kits de higiene y ropa de abrigo.

Sin techo

200 Personas

Cruz Roja atendió a más de 200 personas el pasado año en Álava. Un 30% de incremento respecto a las 140 de 2021, debido al aumento de la vulnerabilidad y el efecto llamada.