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Las clarisas cumplen 775 años en Vitoria-Gasteiz

La iglesia de San Antonio acogió el jueves una misa conmemorativa

Las clarisas cumplen 775 años en VitoriaTxus Díez

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Cientos de personas arroparon este jueves a las monjas clarisas de Vitoria-Gasteiz en la celebración de los 775 años de la presencia de esta comunidad en la capital alavesa, que se conmemoró con una misa presidida por el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, y con la presencia de los superiores franciscanos de España en la iglesia de San Antonio.

Actualmente en el Convento de la Inmaculada de la plaza del General Loma viven 15 religiosas de la orden de San Francisco y Santa Clara. Popularmente conocidas como clarisas, estas monjas llevan presentes en la ciudad desde el año 1247, fecha en la que se fundó su primera comunidad.

Se trata del convento de las clarisas más antiguo de Euskadi y de los primeros tres en España, y fue fundado aún en vida de Santa Clara de Asís, que falleció en 1253. Su primera ubicación fue donde hoy se encuentra el edificio del Parlamento Vasco, y tomó el nombre de Santa Clara en honor a la fundadora italiana de esta orden. Contaba con cuatro pisos de altura, tres pabellones y ocupaba buena parte del actual parque de La Florida.

Allí vivieron estas monjas durante 600 años, hasta que en 1851 se trasladaron al entonces convento de los Franciscanos Recoletos, hoy denominado de la Inmaculada, donde actualmente desarrollan sus labores de oración, silencio y repostería.

Esta histórica comunidad de clarisas realizó numerosas fundaciones y reformas entre los siglos XVI y XVII en territorios vecinos. Así, en 1511 fundaron en Bidaurreta una nueva comunidad franciscana y reformaron las ya existentes. En 1535 reformaron en la localidad de Entrena, en 1562 en Nájera, en 1598 en Orduña, en 1610 en Bilbao y en 1611 en Salvatierra y en Alegría-Dulantzi. Dos años después lo hicieron por última vez en el convento guipuzcoano de Tolosa.

Durante la Guerra de la Independencia, siendo Vitoria escenario de la Batalla de 1813, la Diputación de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria pidieron a las religiosas que cedieran el convento para alojar a las tropas y que ellas se instalaran durante la contienda en una casa de la calle Cuchillería. En el convento se establecieron tiendas como una panadería, una carnicería y una fábrica de galletas, además de servir de cuadras para la caballería y estancias para un hospital de guerra. Tras la victoria de las tropas comandadas por el General Álava, las monjas volvieron al convento en 1814.

En 1851 se trasladaron a su actual ubicación, en la Plaza del General Loma. Este convento, llamado de la Inmaculada, fue objeto de muchas obras por su ruinoso estado, costeadas con la ayuda del vecindario y de varios bienhechores. El Ayuntamiento y la Diputación de entonces también les ayudaron. De entonces se conservan únicamente el retablo mayor y las dos campanas fundidas por Esteban de Echebaster en la torre de la iglesia del convento.

En la década de los sesenta del pasado siglo, tras ceder parte del convento al Ayuntamiento para ensanchar la calle General Álava, se acometió la edificación del complejo actual. El bajo y primer piso de la parte que da hacia esta calle son lonjas comerciales, mientras que el segundo piso está destinado a uso residencial para los sacerdotes de la ciudad, una de las dos residencias que tiene la Diócesis para este fin.

En la fachada principal, junto a la iglesia, el bajo está destinado a la portería, los locutorios para visitas y al obrador, mientras que el primer piso acoge la sala capitular, el segundo a los capellanes y el tercero a las religiosas que trabajan en la residencia sacerdotal.

Cuenta además con un pequeño claustro cubierto de mucha cristalería, una capilla y una huerta. La comunidad consta actualmente de 15 hermanas, algunas de avanzada edad y enfermas, inmersas en la vida litúrgica y eucarística, junto con la oración personal.

Repostería

En su iglesia se celebra misa pública todos los días con exposición diurna del Santísimo. Además, dedican parte de su tiempo a un quehacer muy franciscano: la repostería. Comenzaron con este trabajo en 1991 y son una referencia en toda la ciudad, especialmente en Navidad. Durante los primeros meses de la pandemia del covid 19, estas monjas vaciaron las estanterías de su confitería para donar sus productos a los sanitarios del hospital de Txagorritxu, que estaban en primera linea atendiendo a los enfermos de coronavirus.

Estas religiosas hacen vida en común, como si de una familia se tratase. En la misa dominical ayudan con el órgano, los cantos y las lecturas y ceden la iglesia siempre que se lo solicitan para conferencias, retiros y conciertos. Además, cedieron una parte de su convento para la Capilla de la Adoración Perpetua, único lugar en Vitoria que está abierto las 24 horas del día y donde, por turnos, hay personas de manera ininterrumpida rezando por las necesidades de la ciudad.

El aniversario

Para celebrar esta historia de 775 años de presencia clarisa en Vitoria, estas monjas organizaron una solemne eucaristía este jueves, presidida por el Obispo de Vitoria, Monseñor Juan Carlos Elizalde, y con la presencia de los superiores franciscanos de España, a la que acudieron cientos de personas, los cuales rompieron en aplausos tras las palabras de agradecimiento de la madre Superiora, Sor Dolores, al terminar la misa por estos casi ocho siglos de presencia ininterrumpida en Vitoria.