Como novedad, las Aulas de la Experiencia han abierto este curso la oferta formativa a todos los centros del campus alavés, lo que da al alumnado la posibilidad de elegir entre medio centenar de asignaturas de los distintos grados que se imparten en las facultades una vez obtenida la titulación en Ciencias Humanas. “Reforzar la relación intergeneracional, abrir diálogos entre diferentes generaciones es una de las partes fundamentales, subraya Aritz Ruiz, director de las Aulas de la Experiencia del campus alavés de la universidad pública vasca.

¿Qué mueve a estas personas a estudiar a partir de los 55 años?

Más allá de la relevancia que tiene estudiar en un ámbito universitario, el prestigio del profesorado y la obtención del título, que son importantes, realmente lo que les mueve es el afán por aprender y superarse. Es un reto académico, pero también un reto de vida.

¿Qué les aporta la universidad?

Las Aulas de la Experiencia es un proyecto que les engancha; son un ámbito de desarrollo académico, pero también de desarrollo vital; un espacio donde compartir experiencias en un momento de la vida en el que dejamos de trabajar y, sin embargo, mantenerse activo física y mentalmente es fundamental.

Y llegan con más interés por aprender que el alumnado joven.

Son alumnados con perfiles diferentes, que se enfrentan a retos distintos. En la primera etapa universitaria, algo fundamental es tener un título que te facilite la entrada al mercado laboral; en cambio, cuando ya has trabajado, acceder a la universidad es para formarte, un reto intelectual, la perspectiva es otra.

Algo le contará el profesorado...

Aparte de director, soy docente y lo que compartimos entre los colegas es que tenemos el alumnado más implicado y exigente, una audiencia con muchísimas ganas de seguir aprendiendo y eso para cualquier docente es un verdadero privilegio.

Podían ser así todos los universitarios y universitarias, pensarán.

Contar con una audiencia activa, participativa y ávida por aprender es fundamental.

Implicados, con ganas de aprender y ¿más críticos?

Indudablemente. Al final, la experiencia de vida siempre es un grado para bien y para mal; independientemente de la formación, todo nuestro alumnado tiene un gran bagaje laboral y vital para poder debatir, discutir, etc.; tenemos una audiencia muy variada, con titulación universitaria, estudios primarios...

Y si algo no les gusta, lo dicen.

La opinión siempre es más abierta con cierta edad; en los primeros cursos cuesta más participar, pero a la primera de cambio se generan debates muy interesantes.

Se sorprenden con la cordial relación de ahora entre alumno y profesor, no como en su época.

Los tiempos han cambiado para bien en ese sentido y la relación alumno-profesor es mucho más cercana, ahora se tienen conversaciones más distendidas. A las aulas venimos a enseñar lo que supuestamente sabemos, pero también a aprender y compartir experiencias, el aprendizaje tiene que ser bidireccional y más cuando hablamos de personas muy experimentadas simplemente por cuestión de edad.

Una vez finalizada la titulación en Ciencias Humanas existe la posibilidad de que jóvenes y mayores compartan pupitre.

Son alumnos de más edad, pero a todos los efectos son un alumno más, y su experiencia y bagaje hacen que tengan ese espíritu crítico que, quizá el alumnado más joven no siempre tiene. Esa diferencia entre obligación y devoción y esa cultura del aprendizaje como algo fascinante, esa esencia se pierde a veces por la obligatoriedad de estudiar, y el alumnado de las Aulas refleja el extremo contrario, la necesidad de aprender que tenemos incluso jubilados, es bueno que exista este tipo de perfil en la universidad. No existen en la sociedad espacios en los que distintas generaciones tengamos la oportunidad de debatir sobre temas académicos o sociales; la universidad tiene que ser un espejo de referencia para la sociedad y fomentar ese tipo de relación entre generaciones. Al final, lo que el proyecto Aulas de la Experiencia persigue es una universidad abierta a todas las edades.