Gabirel Pérez asumió este pasado marzo la secretaría provincial de Satse tras desarrollar toda su carrera profesional previa en la atención primaria –primero– y especializada –donde tiene su plaza– de Gasteiz. Afronta un mandato de cuatro años en un momento “muy complicado”para la Enfermería.

¿Cómo explicaría en pocas palabras la situación actual del colectivo?

–Estamos teniendo serios problemas en el trabajo, en todos los ámbitos, y a raíz de esta pandemia se han evidenciado las carencias y las malas condiciones que estábamos padeciendo. Ya hace años la OMS alertó de un problema de falta de enfermeras en el mundo e instaba a los gobiernos a hacer frente al problema. Pero esa recomendación se ha obviado y los hechos demuestran que no está habiendo una responsabilidad para afrontar la falta de personal.  

¿Han calculado cuántas profesionales de Enfermería faltan en Álava?

–Según datos de la OCDE (2021), España es el quinto país de 26 por la cola en tasa de enfermeras por habitante, con 5,9 por cada 1.000. La media europea es de 9,7. Cuando Satse presentó la propuesta de Ley de Seguridad del Paciente a finales de 2018, que está bloqueada en la Mesa del Congreso de los Diputados, ya detectamos que carecíamos de miles de profesionales en Euskadi. Hay un problema importante. No tengo el dato de Álava, pero en la atención primaria de toda Osakidetza harían falta por lo menos 181 profesionales más para que haya el mismo número de enfermeras que de médicos. Y la cifra debería ser mayor.    

En el caso concreto de Gasteiz, ¿cuáles son los servicios que más están sufriendo actualmente?

–En este momento estamos teniendo un problema general de falta de enfermeras, en todos los servicios. Pero partiendo de que la atención primaria y el PAC estaban padeciendo desde hace mucho tiempo este problema. Son unas carencias estructurales que no eran tan notorias en la atención especializada, aunque sí que las había. Estamos en un momento en que las enfermeras y las matronas están siendo maltratadas y también discriminadas. Hay hechos que demuestran que sus condiciones son indignas.

¿A qué se refiere?

–Están haciendo horas extraordinarias y dobles turnos, están teniendo que trasladarse de un centro a otro en algunos casos, están teniendo que cubrir las bajas de sus propias compañeras, lo que aumenta el número de pacientes que tienen que llevar... Hay gente que ha tenido que renunciar a sus vacaciones. Yhay compañeras a las que se está denegando la conciliación familiar. Son normas elementales que se están incumpliendo.

Después de todo este tiempo de pandemia y en estas circunstancias, ¿cuál es el ánimo del personal?

–El colectivo ha dado más allá de lo que ha podido incluso por un bien común que es la salud. Tener unas sobrecargas sistematizadas y un maltrato mantenido hace que el personal tenga mayor estrés y síndrome de burnout y que haya compañeras que han tenido que dejar la profesión o buscar condiciones más dignas incluso fuera del Estado. Tenemos compañeras que se han ido a Noruega o que han dejado el sistema público para irse al privado. Cuando hablamos de condiciones más dignas nos suele venir a la cabeza el sueldo, pero no es solo eso. Es también una estabilidad o una carga de trabajo razonable y segura.

¿Esto se soluciona con más OPE?

–Hay una ley estatal para reducir la temporalidad al 8% y se están haciendo OPE, pero Osakidetza apenas va a estabilizar 3.000 de las 24.000 plazas eventuales que tiene. Estamos hablando de que en Euskadi tenemos un 50 o 60% de temporalidad. No está habiendo ambición ni voluntad para acabar con este problema.

El “cambio cultural” al que hace poco aludía la consejera de Salud, con más cierres de centros en vacaciones o un peso más protagonista para la Enfermería, ¿cómo le sonó?

–Nos sorprendió que hiciera esa manifestación, pero no nos extrañó. Porque no es algo nuevo. Es algo que ya se estaba implementando desde hace años, con cierres de centros de salud en fechas de verano, Semana Santa o próximas a Navidad. Este verano en Gasteiz están sufriendo recortes horarios 13 de los 15 centros de salud. Yse están dando otro tipo de recortes, como se ha visto con las Urgencias de Santiago o en 2019 con el cierre del PAC de San Martín. Todas estas políticas hacen que la atención en las Urgencias esté muy saturada. Si limitas horarios y cierras recursos, la población acude a otros servicios. En todo caso, no estamos en contra del planteamiento de darnos a la Enfermería más responsabilidades o tareas, pero necesitaremos medios profesionales adecuados y seguridad jurídica.

Yendo por partes, ¿este verano hay en Gasteiz menos recursos a los que acudir respecto a los anteriores?

–Ya no está la atención directa en Santiago, seguimos en pandemia... Sí vemos que hay mayores cargas en la atención especializada, y esto no era tan frecuente. Al menos antes de la pandemia. Las nuevas Urgencias están teniendo un problema importante que todavía no se ha resuelto.

¿Ha habido o hay centros atendidos solo por personal de Enfermería?

–Sí, en zonas rurales concretas donde hay un mayor déficit de profesionales y también en el PAC, en momentos puntuales. Creemos que el colectivo de Enfermería puede llevar la asistencia en un centro sin ningún problema, sin el compañero médico al lado en todo momento, pero con una estrategia bien marcada y una planificación que no sea a salto de mata. Con seguridad jurídica en los procedimientos y en la asistencia que se da.

¿Qué retos u objetivos clave se marca para su mandato?

–El principal sería que las condiciones de las compañeras mejoren, conseguir un número de enfermeras mayor. Y otro punto importante sería que se elimine la discriminación que sufrimos en la clasificación profesional, que nos condena a la Enfermería y la Fisioterapia a pertenecer a un subgrupo respecto al resto de titulaciones de grado. También sería clave que la negociación con Osakidetza deje de ser un foro vacío de contenido.