Más mujeres a pie de obra y en primera línea
Aunque casi la mitad del mercado laboral español está ocupado por mujeres, la brecha entre sexos todavía es evidente en sectores específicos como el de la construcción
Arrancamos con un dato que sintetiza en qué punto se encuentra la economía española en su conjunto: las mujeres ocuparon casi la mitad de los empleos en España (46,7% de las 20.055.068 personas afiliadas en total) durante el año 2024, de acuerdo con el Observatorio Industrial de la Construcción.
En términos absolutos, en el ámbito laboral siguen predominando los afiliados masculinos. A pesar de que pueda resultar llamativo, las mismas estadísticas revelan que el número de mujeres afiliadas se ha incrementado aún más que el de los hombres en el último ciclo, con una variación del 28,7%, según reportan los informes de la Seguridad Social.
Son cuatro las ocupaciones principales que aglutinaron el 52,9% de los trabajos desempeñados por mujeres en el año 2024. Se enmarcan en el área de la administración e incluyen a “empleadas administrativas con tareas de atención al público no clasificadas bajo otros epígrafes, otras empleadas administrativas sin tareas de atención al público, empleadas contables y financieras y asistentes administrativas y especializadas”, de acuerdo con el Observatorio Industrial de la Construcción.
Actualmente todavía perduran ciertas diferencias significativas en el tipo de ocupación según el sexo, y uno de los sectores en los que se aprecia especialmente esta escasez de presencia femenina es en el trabajo a pie de obra. De hecho, solo un 6,2% de las profesionales de la construcción desempeñan su actividad a pie de obra, lo que equivale a un 0,7% del total de trabajadores con la misma función.
Durante el año 2024, la industria de la construcción contó con la participación de unas 160.288 mujeres trabajadoras (un 11,4% del total de personas en el mismo ámbito). Se trata del mayor hito alcanzado desde hace una década.
Es interesante reseñar que la afiliación de las mujeres en este sector en concreto se agrupa en dos actividades principales: la construcción especializada (un 51% de las profesionales) y la construcción de edificios (que engloba al 44,7%). El 4,3% restante se refiere a las empleadas en proyectos de Ingeniería Civil.
El perfil promedio de la mujer ocupada en la construcción suele ser de unos 44,6 años de edad, de nacionalidad española y que está en posesión de un título de Educación Superior.
Igualmente, la mayoría de las profesionales afiliadas trabajan a jornada completa (75,7%) y con contrato indefinido (92,8%), a la vez que siete de cada diez están sujetas al Régimen General. En comparación con el resto de sectores, la tasa de mujeres autónomas en la construcción se ve duplicada, con un 26,4%.
A nivel estatal, sobresalen cuatro comunidades en materia de ocupación femenina dentro del sector de la construcción: la Comunidad de Madrid, Cataluña, la Comunidad Valenciana y Andalucía. Aparte, son ocho los territorios que se sitúan por encima de la media nacional del 8,9% de mujeres ocupadas en este ámbito, con la Comunidad de Madrid a la cabeza. Le siguen la CAPV, Aragón, La Rioja, Asturias, Comunidad Valenciana, Extremadura e Islas Baleares.
Ellas también construyen
A pesar de que en esta radiografía del sector ya se dejan entrever importantes avances para la población femenina, son varios los desafíos que se deben abordar en los próximos años. En un paradigma socioeconómico en el que todavía pesan los estereotipos, la dificultad para la conciliación, el desequilibrio entre la oferta y la demanda, el escaso relevo generacional y la falta de orientación, el objetivo es claro: incrementar el porcentaje de trabajadoras femeninas a pie de obra.
Hasta la fecha prevalece una infrarrepresentación de las mujeres en este campo. Algo menos del 7 % de las mujeres de esta industria lideran los puestos más solicitados como albañiles, electricistas de construcción, capataces u operadores de grúas móviles.
Dicho propósito coincide con una de las áreas de mejora más urgentes en la construcción: la captación del talento joven, es decir, conseguir que las profesionales de menos de 30 años se interesen por adoptar estos roles.
¿Y cuál es la hoja de ruta? Seguir dando pasos firmes hacia un futuro en el que la construcción a pie de obra no se perciba estrictamente como una actividad masculinizada. El pronóstico parece positivo, y el cambio de mentalidad empresarial ya está gestándose. Cada vez podría ser más habitual encontrarse a mujeres al frente de las maquinarias, subidas en andamios o supervisando la obra, y paliar así una de las grandes problemáticas del sector: la escasez de la fuerza laboral y el envejecimiento de las plantillas.
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