Cuidar la salud mental en cualquier etapa de la vida se ha convertido en toda una prioridad para las instituciones. La infancia es una etapa clave, por eso es importante promover, proteger y cuidar la salud mental en la infancia y adolescencia. Según un informe reciente publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que más del 13% de los adolescentes de 10 a 19 años padecen un trastorno mental diagnosticado. Sin embargo, las demandas de apoyo, el gasto gubernamental medio en salud mental en todo el mundo representa apenas el 2,1%.
Euskadi y Navarra, desde sus respectivos servicios sanitarios Osakidetza y Osasunbidea, con el fin de promover felicidad y el bienestar de los niños y jóvenes, han diseñado planes innovadores. El más reciente, el Plan de Salud Euskadi 2030 que se publicó en julio de 2023, para abordar no solo la detección y tratamiento de problemas de salud mental de este colectivo que se encuentra en pleno desarrollo sino también para establecer cimientos sólidos que fomenten un crecimiento psicológico saludable desde las primeras etapas de la vida.
En Euskadi y Navarra, la preocupación ha ido en aumento ante los desafíos a los que se enfrentan los jóvenes, desde el estrés académico hasta la presión social. Este reconocimiento ha promovido el diseño e implementación de programas pioneros destinados a curar las “heridas” existentes pero también a construir una base sólida para el desarrollo psicológico saludable desde la infancia.
En este contexto, la detección temprana se ha vuelto esencial. Los programas lanzados que se están llevando a cabo, por ejemplo, en los centros escolares, buscan identificar las señales de angustia emocional, ansiedad o depresión en etapas tempranas, permitiendo intervenciones más efectivas y preventivas. En lugar de aceptar la salud mental como un tema marginal, se ha optado por enfrentar directamente la realidad de que los jóvenes están lidiando con desafíos significativos y, en muchos casos, silenciosos.
Según uno de los últimos estudios elaborados por Unicef, titulado ‘Estado Mundial de la Infancia’, se destaca que la salud mental se encuentra estrechamente vinculada a las circunstancias vitales de las personas, pudiéndose ver afectada por situaciones de enfermedad física, conflictos sociales e interpersonales, riesgo o situaciones de pobreza, así como por la dificultad de acceso a oportunidades formativas, de empleo, entre otros muchos factores. Así, tanto los riesgos como los factores de protección influyen en la salud mental infanto-juvenil en momentos decisivos de su desarrollo.
Por todo, la prevención se presenta como la clave para construir un futuro más resiliente. Los expertos enfatizan la necesidad de cultivar un entorno que fomente el desarrollo emocional y psicológico saludable desde la infancia. Padres, educadores y cuidadores desempeñan un papel crucial al alimentar la comunicación abierta, promover el juego y la actividad física, y establecer rutinas saludables que proporcionen un cimiento sólido para el bienestar emocional de los niños.
Nueve millones de adolescentes de 10 a 19 años en Europa viven con un trastorno mental
Situaciones críticas
El COVID-19 introdujo desafíos adicionales en la tarea de cuidar la salud mental desde la infancia. El cierre de los centros escolares y la implementación de medidas de distanciamiento social alteraron la rutina diaria de los niños, generando sentimientos de aislamiento y soledad. La preocupación por la salud propia y de los seres queridos, la adaptación a la educación en línea y la incertidumbre sobre el futuro educativo contribuyeron a la carga emocional que llevan los niños.
Además, la pandemia aumentó la carga familiar y económica para muchas familias, generando preocupaciones adicionales que afectaban la salud mental de los niños. La depresión y la ansiedad son algunos de los diagnósticos más significativos por parte de los profesionales de la salud mental, que representan en torno al 40% de los jóvenes de entre 10 y 19 años en Europa. Esto significa que 9 millones de adolescentes de 10 a 19 años en Europa viven con un trastorno mental.
Avances
Por todo, es primordial trabajar activamente desde las instituciones, centros educativos y familias para comprender las necesidades de los menores e identificar situaciones vulnerables. Osakidetza y el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea han implementado recursos variados, desde unidades especializadas hasta programas escolares integrados, con el objetivo de no solo abordar problemas clínicos sino también de crear un entorno educativo que apoye activamente la salud mental de los jóvenes.
Los profesionales de la salud mental se sitúan en el centro de estas iniciativas. Más allá de ofrecer herramientas para curar a pacientes, desempeñan un papel crucial en la sensibilización de la comunidad sobre la importancia de la salud mental y en la destigmatización de los problemas psicológicos. Su enfoque preventivo contribuye significativamente a la creación de una sociedad más comprensiva y comprometida con el bienestar mental desde una edad temprana.
A pesar de los avances, persisten retos significativos. La reducción del estigma asociado a los problemas de salud mental, la mejora de la accesibilidad a los servicios y la adaptación constante a las cambiantes realidades sociales son desafíos que requieren atención continua. Sin embargo, estos retos también ofrecen oportunidades para innovar y perfeccionar los enfoques existentes, asegurando que cada niño y niña tenga la posibilidad de desarrollarse en un entorno que fomente su salud mental.