El amago de guerra comercial en unos casos, y la contienda abierta y sin disimulos en otros, situaciones ambas auspiciadas en cualquier caso por la hoja de ruta del presidente de EEUU, Donald Trump, para lograr dar contenido a su día de la liberación, han generado un periodo de incertidumbre económica en el que solo los mejor preparados podrán respirar con cierta tranquilidad. De facto, han cambiado las reglas de juego para dar relieve a un proteccionismo norteamericano sin parangón, que ha supuesto el final de la globalización económica tal y como se conocía en las últimas décadas.

Las bolsas mundiales ya han adelantado pérdidas, el dólar se ha depreciado y el propio presidente norteamericano ya ha avisado a su conciudadanos de la necesidad de aguantar el chaparrón que llegará en forma de incremento del desempleo, aumento de precios y cierre de empresas. Está por ver el resultado de esta política y de esos eventuales sacrificios. En cualquier caso, y ante el riesgo venidero, no conviene ser excesivamente alarmistas más allá del realismo puro y duro. Este dice que el mercado norteamericano es importante, pero no el único, para las economías vasca y navarra, ambas, con un perfil exportador notable.

El tejido económico de la CAV vende al año al gigante del otro lado del Atlántico por valor de 2.000 millones, y el navarro, por 367,48 millones. Ambas cifras son importantes, pero no definitivas. Suponen el 6,4% y el 3,63%, respectivamente, de las ventas exteriores de ambas realidades. En cualquier caso, la complacencia no parece la mejor receta para afrontar una situación potencialmente compleja, ya que el castigo impositivo de Trump se podría contabilizar, de llevarse finalmente a cabo si fracasan las negociaciones entre EEUU y la UE, en cientos de millones de euros (casi 500, con alrededor de 1.500 compañías exportadoras vascas y navarras en sectores como el primario, la industria alimentaria y la del vino, el de la automoción, la máquina herramienta, los aparatos eléctricos o las calderas).

La receta para evitar el daño parece clara: buscar otros mercados. Desde luego, parece más fácil decirlo, que hacerlo, aunque no es nada nuevo para ambas economías, caracterizadas por la importancia de la industria en sus respectivos PIB, en los que supone el 23,9% en el caso vasco y el 25,8% en el navarro, datos que dan fe de la capacidad de unos y otros para situarse en mercados estratégicos.