Valorar las cuatro décadas de Osakidetza pasa por atender a su función y desempeño en perspectiva. No cabe ignorar que la prestación sanitaria pública está sometida a un tensionamiento en dos vertientes. Una puramente operativa, en la que se constatan dificultades objetivas que trascienden el panorama vasco. Ahí está la dificultad para incorporar a nuevos profesionales, que debe seguir afrontándose con insistencia, de la mano de convocatorias de estabilización del personal mediante OPE, como la reciente que incorporará a 3.500 personas al servicio, además de la reducción de la interinidad hasta el 8%. También es operativo el impacto que en atención y listas de espera han tenido los tres años de pandemia. En este caso, es oportuno acogerse a quien describa la dimensión real del problema y no lo envuelva en la segunda vertiente del tensionamiento, que es político y sindical. Los últimos estudios sobre servicios públicos de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública ofrecen datos comparativos y sitúan las listas de espera en Osakidetza en una media de 5,54 días en la atención primaria y de 48 para especialista. Cifras a mejorar sin olvidar que ambas medias de demora en el Estado suben a 8,80 y 83 días, respectivamente. Estos observadores independientes aportan datos que desmienten el mantra político-sindical de la presunta ideología privatizadora de la sanidad y del desmantelamiento y recortes en la misma. Euskadi dedica un 6,1% del presupuesto sanitario a concertación con la privada, frente al 6,6% de media, el 11,7% que dedica el PP en Madrid o el 23,9% que mantiene ERC en Catalunya; suma más oferta pública de camas, más profesionales sanitarios (medicina, enfermería y ATS) y más médicos MIR en formación por mil habitantes. Sin embargo, la satisfacción ciudadana ha caído de 7,2 puntos a 6,6 tras la pandemia, lo que indica que mucha de la retórica utilizada para desgastar a sus gestores ha calado sin necesidad de soportarse en datos. Pero la percepción incide, la ciudadanía percibe retrasos y no se satisface solo con estadísticas, por ciertas que sean. Una demagogia injusta la utiliza, aunque Osakidetza merece el crédito ganado durante 40 años de gestión ejemplar y sigue siendo referencia de calidad y desempeño entre los servicios públicos del Estado.