La Comisión General de las Comunidades Autónomas celebrada ayer en el Senado volvió a acoger en la Cámara Alta una escenografía estéril a iniciativa del Partido Popular. Nada en el planteamiento de la cita hacía prever que de ella saliera más que otro acto de la campaña de descalificación que lideran los populares contra la negociación de Sánchez en busca de su investidura, mucho menos para afrontar en la declarada como sede de la representación territorial del Estado un debate de fondo sobre la realidad de esa diversidad territorial. Y así fue. De hecho, si algo expresó el desfile de barones del PP por la Comisión fue precisamente su voluntad inequívoca de negar esa diversidad, de apropiarse de los conceptos de igualdad y libertad para imponer una percepción monolítica del Estado de las Autonomías y de someter a estas al rodillo homogeneizador de un solo modo de entender las relaciones políticas entre sensibilidades socioculturales. No se esperaba que, de boca de quienes gobiernan en sus autonomías gracias a la ultraderecha que propugna la recentralización, fuera a llegar la conciliación de sensibilidades legítimamente diferentes. Todo se redujo a la sucesión reiterada de ideas uniformes cuya retórica mitinera en materia de españolidad no merecía el calificativo de pensamiento. Único, sí, en tanto receta uniformidad; pensamiento, escaso. La procesión de frases hechas, de irritación y apocalipsis, de los barones del PP fue precedida por la intervención del presidente catalán, Pere Aragonès, que llegó para condicionar el festival de autoafirmación del PP y logró ocupar su propio espacio en momentos en los que ERC busca visibilidad, a la sombra del protagonismo de Puigdemont y JxCat. No aportó tampoco novedad alguna y sembró en el estrado la semilla de la agitación posterior con sus mensajes sobre amnistía y referéndum en Catalunya. La cita sirvió para la autosatisfacción de los comparecientes y para nada más. Ninguno se quedó a escuchar las opiniones de los demás, por lo que no pudieron aprender nada del contraste de perspectivas: se fue Aragonés tras intervenir y se fueron los barones del PP sin escuchar las intervenciones de los partidos de la sesión vespertina. Antes, habían reclamado respeto, solidaridad, igualdad y hasta denunciaron el auge del populismo. Pero solo del ajeno.