Ante la celebración del Aberri Eguna, y en medio de un tiempo convulso en el que la integridad de los pueblos sigue sin estar garantizada –como acredita la invasión de Ucrania– ni su pleno desarrollo en materia de libre decisión preservada, no basta con afrontar la fecha como un ejercicio de voluntad. La jornada para los abertzales debe vincularse a la realidad de los retos sociales, económicos, culturales, tecnológicos, demográficos, ecológicos,... del momento y no conservarse en una burbuja de espaldas a ellos. De lo que sí es necesario preservar la fiesta reivindicativa de la nación vasca es de los usos etnicistas, instrumentales y confesionales que se da al patriotismo por parte del pensamiento populista en los extremos a derecha e izquierda. El abertzalismo de 2023 se asienta en el sentido cívico de pertenencia a una comunidad de raíz histórica y especificidad cultural, social y política, con sentido de sí misma y con vocación de desarrollarse en términos de igualdad, justicia y derechos inalienables. En este sentido, el Aberri Eguna es, por encima de todo, una fiesta de la democracia y de la acción política en base a sus reglas. Un recordatorio de que el camino de la libre decisión puede ser largo y revirado en el marco de un modelo democrático institucionalizado, pero es un callejón sin salida fuera de él. La constatación de que persiste una voluntad de autogobernarse en relación con el entorno político-administrativo de este rincón de los valores y los principios humanistas que es la Unión Europea, apostando por su modelo de bienestar y solidaridad y en vecindad con el resto de naciones y Estados que la conforman y comparten esos mismos valores y principios. Aberri Eguna es acción política y, en el marco vigente, esta se canaliza a través de la participación ciudadana en sus órganos de administración. Haciéndolos eficientes, profundizando y reformando sus capacidades a medida que se transforma la sociedad a la que sirven pero siempre desde los principios democrático y de realidad. Sin el cuestionamiento de las diferentes sensibilidades de la sociedad vasca ni de su propia existencia como nación. 2023 marca el inicio de otro largo ciclo electoral que se extenderá hasta mediado el próximo año y que es el marco en el que se debe dirimir la voluntad de este pueblo determinando la dirección que adopta.