La guerra en Ucrania iniciada a consecuencia de la ilegal invasión rusa ha superado ya los nueve meses de combates en los que se han registrado decenas de miles de muertos y afronta ahora la llegada del crudo invierno en unas condiciones cada vez más duras, sobre todo para la población civil, sometida a una situación límite de supervivencia. En las últimas semanas, el desarrollo de los acontecimientos en el escenario bélico ha devenido en un importante e inesperado avance en las posiciones del ejército ucraniano que ha llevado al repliegue y huida de las fuerzas de ocupación rusas en el este. La respuesta del Kremlin a esta derrota táctica e incluso estratégica en los objetivos trazados por Vladímir Putin ha derivado, además de en el mantenimiento de duros y cruentos combates en el Dombás, en una inhumana ofensiva dirigida a minar la moral de la población civil ucraniana aprovechando la llegada del frío. No es nada nuevo en las tácticas de guerra rusas. Sus continuos bombardeos contra infraestructuras civiles en Ucrania, fundamentalmente contra la red energética en un intento deliberado de generar aún más sufrimiento a la población, está teniendo como consecuencia que gran parte del país se encuentre sin luz, calefacción e internet. La ONU y otras organizaciones ya han advertido del serio riesgo de una nueva crisis humanitaria. La reciente declaración por parte del Parlamento Europeo en la que se considera a Rusia como un “Estado promotor del terrorismo” tiene pleno sentido en este contexto en el que se están produciendo ataques deliberados que buscan la destrucción de infraestructuras civiles básicas. El objetivo no es otro que doblegar e infundir terror en la población, enfrentada ahora a temperaturas bajo cero sin calefacción ni electricidad y en muchos casos sin agua corriente. Se trata ni más ni menos que de un método más dentro del catálogo de los crímenes de guerra. Una actuación que recuerda a la criminal hambruna fruto del genocidio y política de exterminio a la que la Rusia soviética de Stalin sometió a Ucrania en los años 30 y que se conoció como Holodomor u Holocausto ucraniano que dejó millones de muertos. Nueve meses después del ataque ruso, la ciudadanía europea parece haberse habituado a estos horrores de la guerra, cuando queda aún lo peor del invierno.
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