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Iñigo Urkullu, una década al frente

El lehendakari cumple esta semana una década desde que ganó por primera vez las elecciones en Euskadi. Diez años de intenso trabajo en los que Iñigo Urkullu ha hecho de la oferta de diálogo, la búsqueda del acuerdo y la no estridencia política, más bien todo lo contrario, su marca de identificación personal dentro y fuera del Parlamento Vasco. Desde su llegada a la Lehendakaritza en el año 2012, Iñigo Urkullu ha tenido que enfrentarse, en el plano económico, a la dura recuperación de la crisis de 2008, con la reducción de las tasas de desempleo por debajo del 10% –actualmente el paro se sitúa en el 8,5%– y a los efectos de la guerra por la invasión de Rusia en Ucrania. En el plano social, el lehendakari ha tenido que gestionar la llegada –todavía no pasada– de la pandemia de la covid-19 con la toma de decisiones muy impopulares, algunas en soledad, como el cierre de los colegios o severas restricciones perimetrales, entre otras muchas, en pos del bien común. Entre sus momentos más duros, el haber tenido que cesar al consejero de Salud, Jon Darpón, recientemente exonerado de toda responsabilidad en las supuestas filtraciones de exámenes en la OPE de Osakidetza de 2016-17; y el derrumbe del vertedero de Zaldibar, un capítulo doloroso en lo personal y político, pero que asumió desde la primera línea. Del mismo modo, ha dotado de estabilidad a su Ejecutivo con el logro de acuerdos con el PSE mediante un gobierno de coalición que se mantiene desde 2016 y que no se producía desde la época del lehendakari Ardanza. Un diálogo que se ha hecho extensivo durante estos diez años también al resto de fuerzas parlamentarias con las que –a excepción de Vox– ha logrado acuerdos presupuestarios con PP, Elkarrekin Podemos y EH Bildu. Todo sin olvidar las relaciones con Navarra, con la que Euskadi mantiene el máximo acuerdo de colaboración en 29 áreas; el no flaquear en la insistencia del cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika, con el logro de once nuevas competencias, entre ellas algunas muy relevantes, como instituciones penitenciarias; y, por supuesto, su implicación para la consolidación del fin de ETA. Pactos y gestión que han ido componiendo en la sociedad una imagen del lehendakari de solvencia y estabilidad, más necesarias que nunca en estos tiempos de enorme dificultad para empresas y ciudadanía.