punto de cumplirse dos años y medio desde su toma de posesión como primer ministro británico, se intensifican las peticiones de dimisión de Boris Johnson, acorralado por su gestión política, el negativo impacto que está teniendo el Brexit sobre la economía del país y, en los últimos días, las revelaciones sobre sus continuas fiestas alcohólicas celebradas en Downing Street en plena pandemia. El debilitamiento de la figura y el liderazgo de Johnson es un hecho objetivo. Su deterioro es tal que está cada vez más cuestionado no solo por parte de la oposición, sino también en la sociedad británica e incluso dentro de las filas del Partido Conservador, donde aumentan las voces que piden su relevo. La situación del primer ministro empieza a ser -si no lo es ya- insostenible, tal y como ha denunciado el diputado torie Tobias Ellwood, que ha exigido a Johnson que ”lidere o se eche a un lado”. Las celebración de innumerables fiestas -algunas de ellas sistemáticas como el vino de los viernes- en la residencia oficial del primer ministro sin medidas de seguridad frente al covid-19 mientras la pandemia se extendía por el país con miles de muertos y la población sufría además duras restricciones no es una mera anécdota sino un patrón de comportamiento muy característico del dirigente conservador. Es inadmisible e indefendible que el líder de un país viole de forma casi sistemática las normas que impone a su ciudadanía. Su petición de disculpas en el Parlamento sin más atisbo de autocrítica que un frágil “no debió haber sucedido” y su hilarante e inverosímil excusa de que creía que se trataban de “reuniones de trabajo” han añadido mayor irritación en la oposición y suponen una admisión de los hechos revelados por la prensa. A la espera de las conclusiones de la investigación interna que lleva a cabo la alta funcionaria Sue Gray, el comportamiento de Boris Johnson ha abierto una crisis que, añadida a los efectos de la pandemia y la gestión sobre la misma del Gobierno y el impacto que está teniendo la salida del Reino Unido del mercado único europeo un año después del Brexit -se estima que el recorte en las exportaciones e importaciones es del 15%, con una repercusión negativa en el PIB del 4%-, afecta directamente a la reputación e imagen de todo el país. Johnson ha logrado salir de otras crisis, pero será difícil que siga indemne de su continuo comportamiento irresponsable.
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