on el ciclo de negociación presupuestaria abierto en todas las instituciones, algunas constantes se reproducen en los diferentes ámbitos administrativos entre los mismos protagonistas. Así, la vocación de encuentro entre PNV y Partido Socialista está más que acreditada en la Comunidad Autónoma Vasca y la Foral Navarra, así como en la interlocución mantenida en Madrid con el Gobierno de Pedro Sánchez. Incluso la derecha española ofrece cierta coherencia en su negativa al pacto tanto en su versión española como en la regionalista navarra. Con ello, quienes se manejan con baremos de diferente medida cuya resolución está por despejar son las fuerzas de la izquierda vasca y española. Podemos es Gobierno en Madrid y en Iruñea, mientras deshoja la margarita en Gasteiz. EH Bildu se acerca a Sánchez -sobre contenidos como el fondo del amianto, que también figura entre las enmiendas del PNV- se adhiere en Nafarroa a los presupuestos de María Chivite pero hace de la diferencia con los del Gobierno Vasco un emblema. En este marco de diferentes varas de medir, el guante lanzado ayer por el consejero Pedro Azpiazu va a servir como la prueba del nueve de la auténtica voluntad de acuerdo de la izquierda independentista. Una propuesta de encuentro significativa en términos económicos -162 millones de euros, un 37% superior al montante reclamado por los de Arnaldo Otegi- y difícil de soslayar en asuntos en los que EH Bildu ya se ha dado por satisfecha, en tanto se calca el consenso en Navarra sobre salario mínimo y control de precios del alquiler. La propuesta responde también a las demandas de actuación sobre la atención primaria de Osakidetza o el incremento de la cuantía de las ayudas sociales. La frialdad de la acogida inicial por parte de la coalición y el hecho de que su primera valoración haya incidido en las diferencias marginales más que en la oferta de encuentro central aún puede corregirse. De no hacerlo, el triple rasero de EH Bildu convierte en secundario el interés ciudadano en función de los suyos partidistas en Madrid, Iruñea o Gasteiz. Ya ha ocurrido en el pasado que la coalición priorice la confrontación con el PNV mirando a unas urnas -forales y municipales- para las que aún falta mucho pero la madurez política y el compromiso que el momento socioeconómico reclaman deberían redundar en su responsabilidad.
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