umplido este pasado domingo un mes desde que el Gobierno Vasco decretase el fin de la emergencia sanitaria y, con ello, el levantamiento de la práctica totalidad de las restricciones que estaban vigentes para frenar la expansión del covid-19, la situación epidemiológica de Euskadi se encuentra en una preocupante tendencia al alza. Aunque el escenario es muy distinto a la gravedad vivida durante los meses anteriores, la actual tesitura en la que la CAV está experimentando un incremento sostenido de prácticamente todos los indicadores objetivamente no es buena y puede amenazar el futuro a corto y medio plazo. Euskadi ha pasado en este mes sin apenas restricciones de una tasa de incidencia acumulada menor a 60 casos por 100.000 habitantes en 14 días -lo que permitió levantar la emergencia sanitaria- a los 109 casos de la semana pasada, y con propensión ascendente. No es, de momento, una situación para la alarma pero sí conviene activar mecanismos de alerta que refuercen, sobre todo, la prevención porque los datos confirman que el virus continúa entre nosotros y mantiene cierta capacidad de contagio y de causar problemas de salud, graves en algunos casos -diez personas murieron la semana pasada por covid-19-. Pese a ello, el sistema sanitario vasco no está tensionado en exceso, debido a las altísimas cotas de vacunación alcanzadas en la CAV, con casi 1.800.000 personas, el 90,1% de la población mayor de 12 años, con la pauta completa y ahora se procederá a revacunar a quienes recibieron la monodosis de Janssen. Pero no es suficiente para vencer al virus. El covid se está cebando precisamente en la población no inmunizada, sobre todo en los menores de 12 años que, mientras no se apruebe una vacuna adecuada para ellos, se han convertido en el colectivo más vulnerable. Con todo, aún se está a tiempo de reaccionar antes de que el incremento de casos pueda volverse de nuevo insostenible. A poco más de un mes vista, la Navidad -con todo lo que conllevan estas fechas en cuanto a mayor movilidad, celebraciones, encuentros familiares y relajación en las medidas preventivas- se convierten en un foco de alto riesgo. Es, por ello, necesario y urgente revertir la actual tendencia al alza extremando la precaución a riesgo de que si se mantiene la expansión del virus podamos volver a vivir una Navidad con restricciones que nadie desea.
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