a pretensión de Pedro Sánchez y su gobierno de alcanzar unos pactos o acuerdos políticos para “la reconstrucción” del Estado una vez superada la fase de la pandemia que debe priorizar la protección de la salud pública, acuerdos que al parecer ahora podrían ser encaminados a lograr un consenso presupuestario sin el que toda proyección a futuro sería gratuita, precisa en todo caso de la nitidez en el planteamiento de que ha carecido el proceder del Ejecutivo Sánchez desde que este se arrogó unilateralmente la capacidad de decisión sobre las políticas a desplegar frente al coronavirus y sus efectos. Y es precisamente ese proceder el que alerta sobre las posibles consecuencias que las ideas, actitudes y diseños políticos del gabinete Sánchez, así como los condicionantes surgidos del intento de llegar a acuerdos con otras fuerzas de ámbito estatal -si se dieran, no cabe olvidar la minoría con que gobierna Sánchez-, pueden tener en el resultado de dicha “reconstrucción”. Y con ellas, sobre el riesgo de convertirla en una reconsideración de derechos y libertades, también del autogobierno como parte de esos derechos y libertades, en el más amplio sentido de lo que Jacques Derrida definió como “deconstrucción”, es decir, la revisión y disolución de las reglas establecidas sin proponer un modelo alternativo. O, si se prefiere, en la propia puesta en práctica de la etimología latina del término: de arriba abajo (de), todo (con) reunir (struere, que también significa tramar). Sánchez ni puede ni debe ambicionar que la excepcionalidad de la situación derivada de la pandemia y del estado de alarma sean excusa para una monopolización por el Estado de ámbitos de actuación que la legalidad y los acuerdos de la transición sobre los que se elaboró esta no le conceden; mucho menos que el Gobierno que preside proceda a una acumulación de poder que la representación de la voluntad popular no le concedió. Antes de plantear la adhesión a una “reconstrucción” cuyo diseño no explicita, es imprescindible que Sánchez, primero, destierre los tics recentralizadores que ha evidenciado y, por supuesto, que aclare sin ningún atisbo a la duda el modelo que pretende diseñar y cómo incidirá este en la estructura de Estado, en las relaciones políticas, en el desarrollo socioeconómico... y si ese diseño colisiona con premisas ineludibles para aquellos que le permitieron en su momento formar gobierno.
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