oy, miles de empleados vascos se reincorporan al trabajo tras la reactivación de la actividad calificada de no esencial una vez concluido el periodo de 15 días de “hibernación” de la economía decretado por el Gobierno, en lo que supone el primer paso de la “desescalada” hacia un gradual y progresivo escenario de retorno a la normalidad. Se trata, en realidad, de una vuelta a la situación derivada del decreto del estado de alarma de hace un mes, por lo que se mantienen, entre otras, las restricciones de movilidad y la prohibición de apertura de comercios a excepción de los establecimientos de alimentación y bienes de primera necesidad así como el cierre de centros educativos y se mantienen los protocolos de carácter preferente del trabajo a distancia y el teletrabajo, además de la necesaria y obligada asunción de medidas de protección e higiene por parte de las empresas. En Euskadi -en buena parte del Estado entró ayer en vigor al ser día laborable-, la reapertura atañe fundamentalmente a la construcción y la industria, cuyos centros, además, irán arrancando su actividad de forma muy escalonada. En principio, los datos sobre la incidencia de la pandemia y que reflejan un principio de contención tanto en el número de contagios como de muertes y de ingresos hospitalarios, avalaría el arranque de esta desescalada que, si se realiza -como es preceptivo y prioritario- con las debidas garantías para la seguridad de los trabajadores, puede ser crucial tanto para la supervivencia de muchas empresas y el mantenimiento del mayor empleo posible como para asegurar también una recuperación de la grave y dura crisis global en la que ya estamos inmersos y que será el gran caballo de batalla a corto plazo. Por ello, el camino hacia la vuelta a la normalidad debe planificarse con rigor y ejecutarse con prudencia y garantías plenas. Es fundamental, en este sentido, que todas las empresas cuenten con el debido protocolo de seguridad y que éste se cumpla de manera estricta. Pese a que la reapertura de la actividad desde hoy cuenta con el rechazo de la mayoría sindical vasca, la patronal considera que las empresas tienen medios para garantizar la seguridad. Más allá de la falsa dicotomía entre “salud y economía”, ese equilibrio debe ser un objetivo inexcusable que esté garantizado en su plenitud.
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