Las empresas vascas siguen conservando un moderado optimismo, aunque las circunstancias les hacen ver el corto plazo con las gafas de la cautela. Es la lectura que se puede extraer del Estudio de Confianza Empresarial de Laboral Kutxa con las expectativas del tejido empresarial de cara al primer trimestre del año que viene. Así, el valor del Índice de Confianza se ha situado en 56,5, lo que implica un valor superior en casi tres puntos al del trimestre anterior (53,6). El valor del índice superior a 50 indica expansión de la actividad, y es superior al valor de la Eurozona, que fue en octubre del 52,5, y similar al dato del conjunto del Estado (56).
Sin embargo, existen muchos matices. De hecho, crece el pesimismo sobre la evolución del entorno económico. Concretamente, la encuesta -realizada a 400 empresas ubicadas en la CAV y con un estudio de campo realizado entre los días 7 y 12 de noviembre-, recoge que el 8,2% considera que el entorno mejorará con respecto al trimestre actual y el 51% considera que se mantendrá igual, por lo que el 40,8% considera que el entorno empeorará. El porcentaje de encuestados que consideraba que el entorno iba a mejorar era del 10,9% el pasado trimestre. El contexto de falta de certezas acerca de la evolución de la economía, en un contexto de proteccionismo comercial e inflación que no cesa, está dañando la confianza de las empresas, aunque la adaptación a ese panorama volátil no está siendo, ni mucho menos, lo negativa que en un primer momento llegó a barruntarse. El tejido empresarial está encontrando la manera de resistir las turbulencias, aunque sea sin grandes alardes.
De hecho, en lo que concierne a otros apartados, brilla algo más de luz. Las previsiones de las empresas en cuanto a la facturación indican una visión similar a la del cuarto trimestre de este año. Concretamente, el 27,5% de las empresas encuestadas consideran que la facturación mejorará, frente al 26,2% que lo consideraba para el último trimestre de este año, siendo el 58,9% las que estiman que será similar (58,4% en la última encuesta previa), frente al 13,6% (15,3% en el informe anterior) que considera que empeorará. Con una inflación que todavía sigue golpeando las cuentas y previsiones empresariales, pese a estar más o menos bajo un cierto control, la percepción de que no vaya a caer la facturación es un dato positivo que deja entrever una cierta estabilidad.
Según indica Laboral Kutxa, la duda que surge es el “comportamiento de las claves sobre las que se sustentan las expectativas de facturación y actividad”, es decir, las cantidades vendidas y los precios. En este sentido, los resultados apuntan a una “cierta estabilidad” en cuanto a las cantidades y un repunte de precios con respecto al trimestre previo. El 29,7% de los encuestados esperan que el volumen de pedidos se incremente y el 14,1% que empeore, frente al 56,2% que piensan que será similar al trimestre actual. Suponen unos porcentajes mejores que los de la encuesta anterior, que eran del 26,5%, 15,3% y 58,2%, respectivamente.
Otro de los aspectos que ilustran el estado de confianza de las empresas tiene que ver con la inversión. El hecho de que no se detenga es sinónimo de que el tejido empresarial mantiene la expectativa de seguir incrementando su actividad productiva. Así, en relación con el volumen de inversión que prevé para el primer trimestre del año que viene, el 20,3% de las empresas consultadas considera que se incrementará durante el primer trimestre de 2026 y el 11,4% cree que disminuirá. Por tanto, el 68,3% de los encuestados piensa que se mantendrá. Finalmente, el 84,2% de las empresas consideran que el empleo se mantendrá, frente al 11,4% cuyas expectativas pasan por incrementar plantilla y el 4,5% que se inclinan por lo contrario.
Un baremo en el que sí se percibe pesimismo es el que tiene que ver con la inflación, puesto que las empresas consultadas no ven freno a la subida de precios. No obstante, también se aprecia que las compañías siguen manteniendo su confianza en que la financiación bancaria continúe como hasta ahora. El flujo crediticio es esencial para que siga generándose actividad económica y, en este sentido, las rebajas de tipos de interés que ha ordenado desde el año pasado el BCE han conseguido que las empresas afronten una financiación más sencilla de devolver.
En cualquier caso, es también pertinente observar la evolución económica por sectores, puesto que el más importante para la economía vasca, el industrial, se encuentra en un momento de estancamiento. Según el último dato de Eustat, las exportaciones de Euskadi registraron una caída del 7,9% en septiembre respecto al mismo mes del pasado año, con lo que se situaron en los 2.379,2 millones de euros, mientras que las importaciones crecieron un 0,4%, hasta los 2.343,9 millones. Además, el fantasma de la inflación sigue ahí. Esta misma semana, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, afirmó que prevé que la inflación de la Eurozona se mantenga cercana al 2% en el futuro cercano, si bien avisó de que el entorno macroeconómico aún es inestable. “Los riesgos para las perspectivas siguen siendo bidireccionales, mientras que la incertidumbre sigue siendo mayor de lo habitual debido a la volatilidad de las políticas comerciales mundiales”, alertó la presidenta del organismo que rige la política monetaria de los países de la eurozona.
No obstante, la resiliencia de la economía vasca está siendo notable. Así, según el último informe de Cuentas Económicas Trimestrales de Eustat, en el tercer trimestre del año se produjo un crecimiento del PIB del 2,3% en tasa interanual, y de un 0,6% en la variación intertrimestral. Además, respecto al mismo período del año pasado, la variación positiva en el empleo fue del 1,4%, lo que se traduce en la creación neta de 13.450 empleos. Esa mejora del PIB interanual supera con holgura el porcentaje de subida de la economía de la Unión Europea (1,6%), pero es inferior a la del conjunto del Estado, que es del 2,8%, según el último Avance de Contabilidad Nacional