La apuesta estratégica de Euskadi por la investigación que pretende situarnos entre las regiones europeas más avanzadas se llama Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación de Euskadi 2030. Esta estrategia, que busca mejorar el nivel de vida y la calidad del empleo, es compartida por instituciones públicas, empresas, centros de investigación tecnológicos y universidades. Nekane Errasti, coordinadora de Ingeniería de la Escuela Politécnica Superior de Mondragon Unibertsitatea especifica en qué consiste la oferta formativa y el plan de estudios en referencia al PCTI Euskadi 2030. 

¿Qué relación tiene la oferta de ingeniería de Mondragon Unibertsitatea con el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación de Euskadi 2030?

-La oferta que tiene Mondragon Unibertsitatea y, en especial Ingeniería, está totalmente alineada con las necesidades empresariales e industriales del entorno en el que nos ubicamos. Lo que buscamos es que todo nuestro alumnado, una vez termine sus estudios, obtenga un empleo de calidad y que este trabajo tenga un impacto positivo en el entorno en el que van a funcionar, revirtiendo siempre en la transformación de la sociedad, que es nuestra misión. Por concepto, toda nuestra oferta académica tiene que estar alineada con las necesidades que hay en nuestro entorno, a nivel de Europa o a nivel global. Por lo tanto, existe un alineamiento total con los tres pilares fundamentales, es decir, con la industria inteligente, las energías limpias e incluso la salud personalizada. Aunque parezca que una ingeniería pueda quedar algo más alejada, está presente a través del diseño de los dispositivos con los que trabajan los hospitales, los equipamientos…

“Buscamos que todos nuestros estudiantes obtengan un empleo de calidad y que tenga un impacto positivo en el entorno”

¿Cómo se forma el talento en este sentido? ¿Qué modelo educativo aplicáis?

-Para nosotros el talento es disponer de personas preparadas y capacitadas para aportar valor allí donde se vayan a integrar. Se trata de adquirir la capacidad de aprendizaje, espíritu crítico, capacidad de trabajar en equipo, que estén abiertas al mundo, que tengan resiliencia, que sepan gestionar la incertidumbre… Y para ello tratamos de acercarles lo más cerca posible a la realidad empresarial. Una de las maneras es a través del proyecto de semestre que va creciendo en dimensión y complejidad a medida que los estudiantes van avanzando en los cursos. En él se enfrentan a problemas reales y es que son las propias empresas las que vienen al aula y plantean los retos con los que se topan en su día a día para que las y los estudiantes entiendan qué ocurre y tengan la capacidad de plantear soluciones. Incluso la empresa es capaz de evaluar algunos casos y, sobre todo, darles el feedback, que es lo que más aporta en todo el proceso de aprendizaje. 

Mondragon Unibertsitatea personaliza el grado de ingeniería a cada estudiante. ¿Cómo funciona?

-Se trata de una iniciativa que estamos poniendo en marcha porque entendemos que cada persona es diferente, todos tenemos nuestras propias habilidades e inquietudes. Por ello, queremos dejar un espacio para que cada estudiante pueda elegir su camino y de esta manera tenga su diferencial a la hora de salir al mercado laboral, aquello que le va a aportar algo diferente respecto a sus compañeros. Desde el segundo curso los y las alumnas tienen la opción de ir eligiendo dentro de un abanico de opciones. Serán graduados en ingeniería mecánica pero cada uno con un perfil más orientado a lo comercial, a la robótica, a la producción o a la salud según sus intereses.  

Hablas de ingenieros e ingenieras. ¿Se está consiguiendo atraer a la mujer en el ámbito de las STEM, la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas?

-Lo estamos intentando pero es difícil conseguirlo. Llevamos los últimos cuatro años trabajando en ello, dirigiéndonos a los centros formativos, trabajando junto con las empresas y las instituciones públicas para montar sinergias y que todos los esfuerzos sumen. Pero la verdad es que las chicas nos resistimos o descartamos estas opciones a edades muy tempranas. Por ello, es importante entrar en las ikastolas a esas edades y mostrarles el abanico de posibilidades que tienen y que sean libres de elegir, sin prejuicios y con toda la información. En nuestro caso, la realidad es que de momento no hay un cambio significativo pero tenemos que seguir trabajando porque el 50% de la población somos mujeres, tenemos talento y tenemos mucho que aportar. 

“De los estudiantes que compaginan estudios y trabajo a lo largo de la carrera, en torno al 50% se quedan allí donde han realizado sus prácticas”

Vuestra formación se completa, además, con alianzas internacionales y con otras universidades europeas. ¿Cómo funciona esa sinergia?

-Desde hace años venimos trabajando en dobles diplomas y titulaciones para que nuestros y nuestras estudiantes puedan obtener, además de nuestra titulación, la de otra universidad y a la inversa. En este sentido trabajamos con México, pero también con universidades europeas en el marco de EIT Manufacturing, una asociación de entidades que trabajan en pro de la calidad y donde la innovación y el emprendimiento son dos ejes tractores. En eso estamos trabajando para que los y las estudiantes tengan la oportunidad de hacer un curso con nosotros y luego puedan irse, por ejemplo a Viena, al TU Wien, a realizar un segundo curso de un máster y obtener el sello de EIT Manufacturing que acredita que el máster cumple los estándares marcados por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. Creemos que esta línea aporta un valor diferencial sobre las personas talentosas, personas abiertas al mundo.

¿Es la colaboración con las empresas la puerta de entrada al mercado laboral?

-Exactamente. Cuando decimos que las titulaciones están alineadas con el entorno también es importante destacar que nosotros contamos con las empresas desde el diseño de las propias titulaciones, desde el origen, para saber si realmente encaja y responde a las necesidades de las empresas.

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Pero más allá de eso, la formación dual es clave. Hace ya más de 50 años que venimos trabajando y fomentando que el alumnado se integre en las empresas a lo largo de sus estudios y conseguimos unas tasas destacables. De los estudiantes que compaginan estudios y trabajo a lo largo de la carrera, en torno al 50% se quedan allí donde han realizado sus prácticas. Por lo tanto sí, es una vía de acceso al mercado laboral y no sólo para los estudiantes sino que para las empresas también es una gran oportunidad para ir formando a esas personas, atrayendo y reteniendo a ese talento para que realmente responda a sus necesidades. Entendemos que es un win-win, y todos los agentes implicados ganamos; estudiantes, empresa y universidad.