donostia - La compañía energética Repsol, el primer accionista de la vasca Petronor, quiere transformarse en una compañía energética verde, y dejar de ser una petrolera y para ello no ha dudado en ponerse roja en Bolsa y presentar unos resultados de 2019 con nada menos que 3.816 millones de euros de números rojos.
Dichas pérdidas se deben, en gran medida, a que el grupo que dirige Josu Jon Imaz ha ajustado a la baja el valor de sus activos petrolíferos ante el reto del cambio climático y ha realizado provisiones económicas multimillonarias para cubrirse las espaldas ante el histórico litigio que mantiene con el gigante chino Sinopec.
Según las cuentas presentadas a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Repsol obtuvo en 2019 un resultado neto negativo de 3.816 millones de euros, “como consecuencia de los ajustes realizados para sentar las bases de la nueva orientación estratégica de la compañía, que se ha marcado como objetivo ser cero emisiones netas en el año 2050”.
Sin los efectos extraordinarios citados, la compañía presidida por Antoni Brufau hubiese ganado 2.042 millones de euros, un 13,1% menos que en el ejercicio precedente, en un año con cotizaciones más bajas de petróleo y de gas, y con unos márgenes industriales por debajo de previsiones.
Pese a todo, Repsol quiere mantener contentos a sus accionistas con lo que el dividendo se situará en un euro por título, un 5% más, y pese a las pérdidas mantiene la propuesta de reducir un 5% el capital social para aportar más valor al accionista, unos 1.000 millones de euros, dependiendo de la cotización. Además, la compañía transmitió a los analistas que mantendrá “estable” el pago al accionista hasta 2025.
Por otra parte, Repsol continuó a lo largo de 2019 recortando su exposición patrimonial en Venezuela, situándola a cierre de año en apenas 239 millones de euros, lo que supone una reducción de casi el 50% con respecto a los 456 millones de euros a que ascendía a finales de 2018, según informó ayer la compañía en la presentación de resultados.