VITORIA - Euskadi no pudo sostener el año pasado el proceso de recuperación de empresas iniciado una vez terminada la peor parte de la crisis. Un retroceso que puede sorprender teniendo en cuenta que el motor del empleo sí mantuvo el ritmo, lo que hace pensar que el flujo de entrada al mercado laboral se está produciendo a través de grandes compañías. Con todo, Euskadi cuenta con 1.500 empresas más que hace seis años. La mayor parte pertenecen al sector servicios y, en menor medida, destaca la evolución favorable de la construcción. De hecho, este último es el único de los grandes sectores económicos que mantiene la senda alcista en 2019.
El ladrillo fue el epicentro de una crisis que llegó a llevarse por delante cerca de 7.700 empresas vascas, un 12% del total. Solo una quinta parte de ellas se ha recuperado, y eso que el nivel global de trabajadores afiliados a la Seguridad Social está a las puertas de romper el récord histórico marcado en 2008. Empleo y número de empresas no mantienen, por tanto, una recuperación paralela.
El pasado ejercicio fue la confirmación de que el pulso emprendedor se agota. Según el informe que elabora Confebask a partir de los datos del Ministerio de Trabajo, el número de empresas vascas inscritas en la Seguridad Social a cierre de diciembre era de 58.958, lo que suponen 305 menos que en 2018. Se pone fin así a cinco ejercicios consecutivos de ascensos, aunque el descenso es bastante más suave que el registrado en los años malos de la crisis.
La mayor parte de compañías perdidas son de servicios, mientras la industria cierra un centenar de firmas agravando una sangría que ni siquiera se ha abortado en estos últimos cinco años de bonanza. La quiebra de grandes fábricas en los últimos años, algunas tan emblemáticas como La Naval, produce un efecto dominó en la cadena de contratas que pasa factura en las estadísticas.
La construcción es la cara opuesta. El sector perdió casi la mitad del empleo y un amplio volumen de empresas tras el estallido de la burbuja inmobiliaria pero, una vez se tocó fondo en 2013, se inició una fase plana para consolidar una curva alcista en el último trienio. La rueda del mercado inmobiliario vuelve a girar, vuelven a levantarse nuevas promociones de vivienda -en menor medida repunta algo también la obra pública- y, en definitiva, vuelven el negocio y el empleo.
Este ciclo virtuoso explica el avance del empleo en el sector el año pasado, más de un millar de nuevos afiliados a la Seguridad Social, y la creación de 55 nuevas empresas constructoras. Es cierto que, por su estructura, la construcción da pie a la configuración de compañías más pequeñas que en el caso de la industria, lo que también ayuda a esta evolución favorable.
El informe de Confebask computa todas las empresas por igual independientemente de su tamaño, motivo por el que la estadística de empresas no coincide con la del empleo. De hecho, es lógico pensar que, pese al retroceso en el número global de empresas el año pasado, entre las que se perdieron fueron mayoría las pymes mientras que se generaron otras de mayor tamaño. Solo así se explica el avance de más de 18.000 afiliados vascos a la Seguridad Social en el ejercicio.
En cuanto a los servicios, acumulan un retroceso de 245 compañías, si bien este sector es tan amplio que es difícil apuntar tendencias. Sí es evidente que los primeros años de la recuperación beneficiaron especialmente al volumen de empresas del ámbito terciario (en 2014 se ganaron más de 700 firmas de servicios) pero la dinámica positiva ha ido perdiendo impulso hasta caer a terreno negativo.
Por territorios es Gipuzkoa el que más acusa la pérdida de empresas en 2019, quizá por ser el herrialde que, en proporción a su tamaño, cuenta con un tejido productivo más disperso. El mayor peso industrial también ha podido influir en el mal dato guipuzcoano. A medio camino, Bizkaia pierde algo menos de un centenar de compañías mientras Araba, donde el volumen total es mucho menor, prácticamente repite la cifra de cierre de 2018.
Sigue la caída. El número de autónomos vascos bajó en algo más de 1.500 el año pasado, hasta caer por debajo del umbral de 171.000. El colectivo vuelve al terreno negativo de 2016 y 2017 después de la tímida recuperación de 2018.
En mínimos. Los buenos datos de la primera fase de la recuperación quedan atrás, y el número de autónomos cae prácticamente al nivel mínimo de 2013. En la crisis se perdieron 18.500 autónomos vascos.