todos los datos parecen indicar que el centro neurálgico del planeta se ha escorado a la zona de Asia Pacífico. Según un reciente informe de la consultora McKinsey, se estima que para el año 2040 la mitad del PIB mundial, así como el 40% del consumo global del planeta se sitúe en esa zona. En otro estudio relacionado de la misma entidad donde analizaban la economía de 71 países en desarrollo, los datos apuntaban a que de las once economías que están creciendo de forma más consistente y notoria, cinco eran del continente asiático.
Embebidos en una visión eurocentrista y occidentalizada del mundo, quizás nos hemos olvidado de que a lo largo de los últimos 4.000 años, gran parte de las mayores civilizaciones (sumeria, acadia, asiria, egipcia o mesopotámica) han sido de origen asiático.
A día de hoy hay más personas viviendo en este espacio geográfico que en el resto del mundo junto. Desde el punto de vista de la relevancia económica, lo que -después de la Segunda Guerra Mundial- en los años 50 comenzó con el auge de Japón, fue seguido por Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong. Luego por China, y ahora está dando lugar al resurgir del sur y sudeste del continente desde Pakistán, India, Bangladesh, Myanmar, Indonesia y Filipinas. Por ello, no está de más recalcar que Asia es mucho más que China. En este sentido, 3,5 billones de personas en Asia no son chinas, y se estima que si estos países del sudeste siguen creciendo al ritmo de la última década, en 10 años tendrán un PIB equivalente al que tiene el país del Sol Naciente. Casi nada.
Asumiendo el riesgo de caer en un análisis reduccionista, podríamos destacar cinco frentes en los que la zona de Asia Pacífico se está erigiendo como preponderante a escala global.
El primero es el auge de Asia en la generación de redes y cadenas de suministro integrales. En un reciente estudio donde se analizaban 23 cadenas de valor/suministro sectoriales se concluye que la importancia de Asia ha crecido de forma determinante. Prueba de ello es que en estos momentos el 52% del comercio en Asia se da entre empresas del mismo continente, habiéndose dotado de acuerdos comerciales (RCEP) entre 16 países que incluyen la asociación de naciones del sudeste asiático y los países de la FTA (Australia, China, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur).
El segundo frente es el conjunto de corporaciones empresariales con amplio poder de influencia con las que cuenta la zona de Asia/Pacífico. En el ranking de empresas más relevantes del Fortune 500 del pasado año, 210 son asiáticas. En cuanto a la naturaleza de las corporaciones asiáticas, lo cierto es que en muchos casos difieren sustancialmente de las occidentales. Por ejemplo, las dos terceras partes de las corporaciones chinas más importantes son propiedad estatal. El resto son en gran medida conglomerados empresariales de gran tamaño. En este sentido, la mitad del valor bursátil de las empresas coreanas corresponde a los denominados Chaebol (conglomerados controlados por las cinco familias coreanas que operan en múltiples sectores, léase LG, Samsung, Hyundai, Lotte y SK Group). Algo parecido ocurre en Japón con sus seis grandes grupos más conocidos como Keiretsu (Mitsubishi, Sumitomo , Mitsui, Fuyo, Sanwa y DBK Group), que forman una red multisectorial interconectada. En India, se estima que solamente los seis conglomerados empresariales más importantes ya emplean a más de dos millones de personas.
El tercer frente se centra en su capacidad de desarrollo tecnológico. Si reparamos por ejemplo en China, su capacidad de automatización y desarrollo de nuevos productos y tecnologías está creciendo tan rápido que las exportaciones relativas a productos de mano de obra intensiva se han reducido en tres puntos porcentuales, actividades que fundamentalmente han ido a parar a Vietnam, India y Bangladesh con crecimientos anuales del 15%, 8% y 7%, respectivamente.
El cuarto de los frentes se centra en el bestial incremento de su consumo interno. Si por ejemplo reparamos en China, resulta llamativo ver que en la última década ha triplicado su capacidad de producir bienes de 3,1 trillones de dólares a 8,8 mientras que sus exportaciones se han reducido en aproximadamente siete puntos porcentuales. India está experimentando una lógica similar, de lo cual se deduce que lo que está creciendo de forma notoria es su demanda interna. Primero porque el nivel de vida y capacidad de consumo de su población crece continuamente, y segundo porque están desarrollando capacidades industriales y de servicios que les hacen menos dependientes de importaciones.
En quinto frente corresponde a la capacidad de creación de nuevas empresas. En este sentido, 119 de las 331 empresas definidas el año pasado como unicornios (aquellas de reciente creación valoradas en más de un billón de dólares) son asiáticas. Concretamente, 91 son chinas, 13 indias, 6 surcoreanas y 4 de Indonesia. Algunas de las razones de tal crecimiento se le atribuyen al dinamismo del mercado de capital riesgo de la zona, siendo una de las principales donde se está trasladando el capital para inversiones en materia de realidad virtual, vehículo autónomo, impresión 3D, robótica e inteligencia artificial. A este respecto, China ya se ha situado en la segunda posición de nivel de inversión en nuevas empresas detrás de los Estados Unidos, triplicando a un país como Alemania.
Vistos los datos, ya no se trata de cuánto va a crecer Asia, sino cómo Asia va a liderar la economía mundial teniendo en cuenta su variedad de formas de gobierno y sistemas económicos. Tal y como afirma el experto Parag Khanna, el auge de la región asiática no es parte de un ciclo, sino que resultará estructural para la economía mundial.